El «niño problema» del reguetón cubano, Yomil Hidalgo, acaba de tirar la toalla al misterio y publicó en YouTube su participación completa en un evento organizado por el gobierno cubano para debatir sobre la música urbana en la Isla. ¿El motivo? Las oleadas de críticas que le llovieron por pisar un espacio vinculado al oficialismo.
«Aquí está todo, pa’ que nadie hable sin saber», parece decir el artista con esta jugada. Y es que, desde que se supo que el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música estaban detrás del taller, muchos le cayeron encima. Pero Yomil, fiel a su estilo, no se dejó amedrentar.
«Al duro y sin guante»: Así fue la intervención de Yomil
En el video, el reguetonero cuenta su trayectoria desde los inicios, habla de los obstáculos que ha tenido que sortear y, sobre todo, defiende a muerte el género urbano. Para él, el reguetón no es solo música: es identidad, es resistencia y es la voz de los jóvenes cubanos.
«Aquí no vinimos a pedir permiso, vinimos a mostrar lo que somos», parece ser el mensaje entre líneas. Yomil no solo reivindica su arte, sino que exige respeto para un movimiento que, aunque incomode a algunos, ya es imparable en la Isla.
Redes sociales: ¿Apoyo o crítica?
Como era de esperar, el debate se prendió fuego en las redes. Mientras unos le aplauden por «plantarse», otros le cuestionan por «sentarse a la mesa» con instituciones del gobierno. Pero el artista lo tiene claro: «Aquí se habló claro, sin tapujos y con respeto», dejó caer en sus historias de Instagram.
El taller, por cierto, no fue poca cosa: funcionarios de alto rango, como la viceprimera ministra Inés María Chapman y el ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau, estuvieron presentes. Una señal de que el régimen quiere meter mano en un género que se le escapa de control.
Reguetón vs. Propaganda: La batalla cultural
Está claro que la música urbana le pisa los talones al discurso oficial. Y eventos como este son el intento del gobierno por domesticar un fenómeno que ya tiene vida propia. Pero, como bien dice Yomil, «el reguetón cubano no pide permiso para latir».