La cosa está tan apretá’ en Cuba que hasta un pollo se ha convertido en mercancía de contrabando. En Mariel, Artemisa, tres tipos se llevaron el susto de sus vidas cuando la policía les cayó encima con un camión repleto de más de 15 sacos de pollos vivos. ¿El destino? Según las autoridades, esa carga salió «sin permiso» de una empresa estatal que debería repartir alimentos a la población.
«¡Pero qué cosa, asere, ahora hasta el pollo hay que robarlo pa’ comer!», comentó alguien en redes. Y es que el caso, difundido por el perfil oficialista Sombra Positiva, no hizo más que destapar la olla de un problema que todos conocen pero pocos resuelven: en Cuba, hasta lo más básico escasea.
¿Delito o desesperación? Las dos caras del mismo problema
Mientras las autoridades se llenan la boca hablando de «rigor de la ley», los cubanos de a pie se parten el lomo buscando cómo llevar algo a la mesa. «Ni pollo ni huevos… ¿Y entonces qué comemos, aire?», se quejó un usuario en Facebook. La ironía duele, pero refleja la cruda realidad: lo que antes era un alimento común, hoy es un lujo inalcanzable.
Pero aquí no termina la cosa. Muchos apuntan al verdadero meollo del asunto: «No son estos los ladrones, son los de corbata que desvían la comida», denunció otro comentario. Y es que, en medio de la crisis, la corrupción sigue campante, con jefes y funcionarios que mueven los hilos mientras el pueblo se las arregla como puede.
Pollo hoy, hambre mañana: El drama que no cesa
Este operativo policial no es más que la punta del iceberg. Detrás hay una crisis alimentaria que no da tregua, con inflación por las nubes, bodegas vacías y una población que ya no sabe cómo inventar. Lo peor es que, entre discursos y detenciones, nadie ofrece soluciones reales.
«Antes el pollo era de lo más normal… Ahora, si lo consigues, es como ganarse la lotería», confesó una abuela en la esquina. Y así, entre ironías y frustraciones, Cuba sigue navegando en un mar de escasez, donde la inventiva y la desesperación a veces se confunden.