Este miércoles 9 de abril, a las 4:00 p.m., la capilla del Cementerio de Colón en La Habana abrirá sus puertas para despedir, desde la isla, al pequeño Damir Ortiz Ramírez. Será una misa cargada de emociones, donde se fundirán el dolor, la esperanza y el amor, en honor a ese niño que tocó tantos corazones dentro y fuera de Cuba.
La ceremonia, organizada por el padre Jorge Luis, ha sido impulsada con mucho cariño por la activista Idelisa Diasniurka Salcedo Verdecia, quien compartió los detalles en sus redes. Según sus palabras, el encuentro no solo busca despedir al pequeño, sino también ofrecer consuelo a su familia y agradecer por la vida de Damir, que aunque breve, dejó una huella profunda.
“Lo despedimos con luz y con la certeza de que el dolor ajeno también puede doler como propio”, comentó Idelisa, dejando claro que el dolor compartido une y humaniza.
Damir falleció en la madrugada del pasado sábado 6 de abril en el Nicklaus Children’s Hospital, en Miami. Una infección provocada por una bacteria resistente, adquirida en Cuba, le arrancó la vida tras semanas de lucha. Su caso despertó una ola de solidaridad impresionante, movilizando a médicos, activistas y a miles de personas que se unieron para lograr su traslado urgente a Estados Unidos el 12 de marzo.
Su madre, Eliannis Ramírez, compartió en Facebook un mensaje tan crudo como desgarrador. Un testimonio que hiela la sangre y al mismo tiempo abraza con fuerza, porque ahí se ve, sin filtros, el dolor de una madre rota.
Contó cómo se siente ver a su hijo sin vida, cómo se le desgarra el alma, cómo se evapora la esperanza y se convierte en sombra. “Una parte de mí se fue con él”, escribió, en un grito de dolor que todavía resuena. No hay consuelo cuando un hijo parte, no hay forma de llenar ese vacío.
Ahora, Eliannis se encuentra en Estados Unidos, donde ha pedido asilo político. Según personas cercanas, teme volver a Cuba por posibles represalias tras denunciar públicamente lo que vivieron: negligencias médicas, trabas burocráticas y una carrera contra el tiempo que no terminó como se esperaba.
Las cenizas de Damir se quedarán en Miami, pero su historia seguirá latiendo fuerte en los corazones de muchos cubanos. La misa en La Habana será un adiós simbólico, un gesto de amor colectivo para ese niño que, sin saberlo, logró unir a un pueblo entre plegarias, rabia, y solidaridad.