En Santiago de Cuba se armó la movida con motivo del 95 cumpleaños de Vilma Espín, figura emblemática del oficialismo cubano y eterna presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas. En medio de los actos conmemorativos, se develó un nuevo busto en el Memorial que lleva su nombre, ubicado justo en la casa donde vivió de niña.
La obra, creada por el artista local Luis Aragón Téllez, fue presentada como una ofrenda simbólica a la memoria de Vilma. Está hecha en cerámica esmaltada y ya tiene su lugar reservado dentro del Memorial, ese espacio-museo donde se cuenta su historia desde los años mozos hasta su etapa de dirigente revolucionaria.
Por supuesto, la conmemoración no se quedó solo ahí. El pasado 7 de abril hubo su ceremonia oficial, con todo el protocolo y las caras conocidas. Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel se aparecieron por el Mausoleo del II Frente Oriental, donde descansan los restos de Vilma, y colocaron flores en su tumba. “Una mañana cargada de emociones”, fue como la describió Díaz-Canel en su cuenta en X, subiendo varias fotos del momento junto al veterano general.
Ahora, si hablamos de emociones, las redes sociales se encendieron por otro motivo: el busto en cuestión. A muchos no les hizo ni pizca de gracia. Las críticas llovieron sin parar, y no precisamente con respeto. El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada soltó un comentario ácido en Facebook, diciendo que “los que dicen amarte son tus primeros detractores”, con emojis y fotos al detalle que resaltaban lo que muchos consideran un diseño poco favorecedor.
Y ahí se soltó la cadena. Algunos dijeron que parecía «llemita de coco», otros lo compararon con un «muñecón de carnaval», y hasta hubo quien propuso ponerle el nombre bien grande “para que se sepa quién es”. El parecido con Vilma, al parecer, quedó a criterio del espectador, porque más de uno la confundió con personajes sacados de otra dimensión.
Este intento de inmortalizar a Vilma no es el primero ni el más sonado. En 2008, Alberto Lescay, artista de renombre y presidente de la Fundación Caguayo, hizo un retrato en bronce para la Avenida de Las Américas. En aquella ocasión, el enfoque era claro: mostrar su belleza y carácter para que las nuevas generaciones no olvidaran su legado.
También está el propio Memorial Vilma Espín, inaugurado en 2010, donde se recogen momentos clave de su vida, su paso por la lucha clandestina y su rol como figura central del régimen tras el triunfo de la Revolución en 1959. Es una especie de cápsula del tiempo revolucionaria, con objetos, documentos y recuerdos personales que buscan preservar su imagen.
Vilma Espín falleció el 18 de junio de 2007, pero su figura sigue siendo usada por el gobierno cubano como símbolo del empoderamiento femenino bajo el socialismo. Sin embargo, con este nuevo busto, parece que no todos se sienten representados. A veces, hasta los homenajes terminan despertando más risas que respeto.