El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, soltó fuego en una entrevista reciente, señalando directamente al senador estadounidense Marco Rubio como uno de los principales responsables del aumento de las sanciones contra Cuba. Según el mandatario, Rubio estaría jugando del lado de lo que llamó «la mafia de Miami», empujando fuerte para que el bloqueo se ponga aún más duro.
“Tenemos a un personaje sombrío dentro del gobierno de Estados Unidos, Marco Rubio, que se ha convertido en el abanderado del recrudecimiento del bloqueo”, soltó Díaz-Canel en el programa oficialista Mesa Redonda, adelantando que el pueblo cubano sabrá cómo sortear esta nueva etapa con talento, inteligencia y, claro, muchísimo esfuerzo.
Estas declaraciones forman parte de una entrevista más amplia con un grupo de intelectuales afines al régimen —Pascual Serrano, Javier Couso, José Manzaneda y Carlos Penalva— que será transmitida esta noche. No es casualidad que esta conversación se difunda justo en medio de una campaña del gobierno para reforzar su narrativa frente a las sanciones de la administración estadounidense.
Todo este encontronazo viene después de que Washington anunciara nuevas restricciones de visado para funcionarios cubanos, acusándolos de participar en esquemas de trabajo forzado a través de las misiones médicas internacionales. Y no solo eso: la medida también alcanza a sus familiares cercanos. Una jugada dura que, según el gobierno cubano, es puro castigo político.
Bruno Rodríguez, canciller de la isla, no se quedó callado y calificó la medida como una “agresión directa” contra el pueblo. También arremetió contra Rubio, acusándolo de usar su cargo para impulsar una agenda personal, más que defender los intereses reales de su país. Según él, esta sería la séptima acción hostil de EE.UU. en solo un mes.
Por su parte, Rubio ha defendido la ofensiva diciendo que se trata de exigir responsabilidad al régimen cubano por reprimir a su pueblo y explotar a médicos cubanos en condiciones que, según él, rozan la esclavitud moderna.
Todo esto se inscribe dentro del paquete de sanciones heredadas de la era Trump, que incluyó desde el regreso de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo, hasta medidas migratorias como el polémico parole humanitario y el reforzamiento del embargo económico.
Mientras tanto, desde La Habana se insiste en que lo que vive la isla es un verdadero cerco económico y político, responsable de la inflación galopante, la escasez de todo, el éxodo masivo y el malestar popular que no para de crecer.
Pero no todos compran ese cuento. Muchos observadores internacionales apuntan que el embargo se ha convertido en la excusa perfecta del régimen para no hacer reformas de verdad, limitar derechos civiles y justificar la mano dura contra cualquier disidencia interna.
