Hasta en los lugares más vigilados de La Habana ahora te pueden dejar pelado. Mariela García Iglesias, una cubana como tantas, acaba de vivir en carne propia el «sí se puede» de los ladrones… pero en la versión más triste.
El drama ocurrió en plena madrugada del 6 de abril, cuando su taxi clásico (de esos que enamoran a los turistas) fue desvalijado ¡frente al mismísimo tanque del Museo de la Revolución! Eso sí: con custodios, policías y trabajadores del estacionamiento de adorno. Al amanecer, el auto estaba más vacío que un bodegón en día de cobro.
Los ladrones no solo se llevaron la reproductora y las bocinas (que ya duele), sino toda la documentación del vehículo: licencia de taxi, carnés de chofer, papeles de circulación y hasta los contratos de trabajo. O sea, le dejaron el taxi como recién llegado del «periodo especial».
¿En serio? ¿Frente al tanque y con custodia?
El taxi –un clásico color cobre con techo negro que es puro sueño vintage– estaba aparcado en lo que debería ser uno de los lugares más seguros de La Habana. Pero ya sabemos que en Cuba «debería» y «es» son primos que no se hablan. Mariela, entre la indignación y la resignación, soltó: «Ya no se puede ni confiar. Que Dios nos ayude».
Y lanzó una advertencia para todos los taxistas: «No parqueen ahí, aunque les digan que está custodiado». Porque al final, el único que custodia algo en este país es uno mismo… y a veces ni eso.
Papeles perdidos, seguridad perdida
Lo más grave no es solo el robo (que ya es una falta de respeto), sino el silencio de las autoridades. A pesar de la denuncia, ni rastro de los investigadores. Y eso que hablamos de un sitio turístico icónico, donde supuestamente la seguridad es prioridad. ¿O será que la prioridad es solo aparentar?
Este caso se suma a la larga lista de robos a plena luz del día (o de la madrugada) en lugares que deberían ser seguros. ¿Hasta cuándo? Mientras, Mariela sigue esperando que alguien vea los papeles tirados por ahí y llame al 53197669. Aunque, conociendo cómo funciona esto, igual ya los vendieron como «papel viejo».