En plena tormenta económica y social en la que está sumida Cuba —con apagones eternos, comida que no aparece ni con milagros, y un transporte público que parece de museo— el presidente Miguel Díaz-Canel y su esposa, Lis Cuesta, volvieron a encender la polémica. ¿La razón? Se plantaron este martes en Honduras para la IX Cumbre de la CELAC… pero lo hicieron a todo lujo, en un jet privado.
La llegada fue confirmada por la propia cuenta oficial de la Presidencia cubana en X (lo que antes era Twitter), dejando claro que el mandatario fue recibido con honores por Manuel Zelaya, esposo de la presidenta hondureña Xiomara Castro y figura clave del Partido Libre.
Y no llegaron solos. La comitiva también incluyó al canciller Bruno Rodríguez y al embajador Juan Roberto Loforte, cerrando el cuadro diplomático. Pero lo que más ha hecho ruido es el avión en que aterrizaron: supuestamente el YV659T, un jet que normalmente se mueve en vuelos internos por Cuba, sin que nadie sepa quién lo paga ni a quién sirve.
Viajes de lujo mientras el pueblo sufre
Este no es el primer viaje de alto perfil que protagonizan Díaz-Canel y su esposa. Ya en 2019 habían causado revuelo cuando volaron a México en un jet privado con interiores de cuero, aire acondicionado de novela y todas las comodidades, mientras en Cuba la gente hacía cola para un pan duro. Y en 2022 repitieron la escena en una gira por el Caribe, donde hicieron escala en Granada.
Justo en esa parada en Granada, a Lis Cuesta se le vio de compras por las calles comerciales de la isla, una imagen que hirió a más de uno en la isla, donde escasean hasta los medicamentos básicos.
Y no es solo en viajes al extranjero. En noviembre de 2023, el presidente usó otro jet privado para ir de La Habana a Santa Clara. Sí, ese mismo trayecto que un cubano cualquiera haría en carro en unas pocas horas, si el carro no se rompe en el camino, claro.
Más reciente aún, en abril de 2024, Díaz-Canel volvió a surcar los cielos cómodamente, mientras más de 250 cubanos estaban atrapados en Haití, en medio del caos y sin ninguna solución a la vista por parte del régimen.
Una burbuja dorada en medio del desastre nacional
Cada uno de estos viajes le pone más leña al fuego a esa percepción creciente de que Díaz-Canel y su círculo más cercano viven en una burbuja, completamente desconectados del día a día del cubano de a pie. Mientras el país sufre apagones, inflación y un sistema de salud al borde del colapso, el presidente y su esposa siguen moviéndose como si nada.
Y hablando de su esposa, Lis Cuesta no deja de llamar la atención. Aunque no ocupa ningún cargo oficial, aparece en cada viaje, en cada evento, y en todas las fotos. Lo curioso es que, en una entrevista reciente, negó rotundamente ser la primera dama, diciendo que esa figura “es burguesa, patriarcal” y que ella, por ser feminista, no puede estar de acuerdo con eso.
Pero una cosa es lo que dice, y otra lo que hace. Porque ahí está, siempre al lado del mandatario, viajando, participando en eventos oficiales y siendo parte constante del aparato diplomático cubano.
Cuba arde, pero ellos vuelan
Mientras la cúpula del poder cubano se pasea por cumbres y alfombras rojas, la isla sigue atrapada en su propia pesadilla. Apagones de horas, inflación que no da tregua, hospitales sin recursos y una juventud que lo único que quiere es irse.
Pero parece que en los altos niveles del gobierno las prioridades son otras. Y los lujos, como los jets privados, no se negocian.