La valla publicitaria colocada en plena autopista Palmetto, entre Doral y Hialeah, ha encendido la polémica política en el sur de la Florida. Con un fondo rojo encendido, rostros en blanco y negro y un mensaje rotundo que los llama “traidores”, la imagen de los congresistas cubanoamericanos María Elvira Salazar, Carlos Giménez, Mario Díaz-Balart, y del senador Marco Rubio, no ha pasado desapercibida.
Pagada por el Caucus Hispano Demócrata del Condado Miami-Dade, esta acción busca señalar el supuesto respaldo que estos líderes republicanos han dado a las políticas migratorias más duras impulsadas por Donald Trump. Según el presidente del caucus, Abel S. Delgado, los funcionarios “nos han dado la espalda” y se han mantenido en silencio ante medidas que han provocado detenciones y deportaciones de inmigrantes sin protección legal.
La crítica no se queda ahí. María Corina Vegas, también del caucus, acusó directamente a esta “Banda de los Cuatro” de mentir y traicionar a la comunidad hispana, una que históricamente ha confiado en ellos, especialmente el electorado cubanoamericano que suele inclinarse por el Partido Republicano. Sin embargo, con el tema migratorio ardiendo, esas alianzas parecen más frágiles que nunca.
Las tensiones se han intensificado por decisiones de Trump como el uso de una ley de guerra para deportar a presuntos pandilleros, la eliminación del parole humanitario para más de medio millón de migrantes y el retiro del TPS a venezolanos. También han generado alarma las revocaciones de visas a personas que expresan opiniones contrarias a las políticas del país.
Ante las acusaciones, María Elvira Salazar no se quedó callada. Defendió su historial con inmigrantes y llamó a la campaña demócrata “propaganda barata al estilo castrista”, acusando a sus críticos de manipular políticamente un tema sensible.
Este movimiento parece ser parte de un esfuerzo demócrata por reconectar con el electorado hispano en Miami-Dade, donde los republicanos han ganado fuerza en los últimos años. A esto se suma el debate sobre remesas y vuelos a Cuba, reavivado por una carta pública del congresista Giménez que propone cortar estos vínculos como parte de sanciones más duras al régimen de la Isla.
El mensaje de la valla, aunque visualmente impactante, va mucho más allá de una simple provocación. Es un reflejo de cómo la inmigración, lejos de ser solo una cuestión de política federal, toca fibras íntimas en comunidades como la de Miami, donde las decisiones tomadas en Washington tienen consecuencias reales para miles de familias.