Los padres cubanos están librando una batalla diaria para poner algo de comida en las mochilas de sus hijos antes de mandarlos a la escuela. La escasez crónica, los precios por las nubes y los apagones interminables han convertido algo tan simple como la merienda escolar en un rompecabezas imposible.
Aunque el Ministerio de Educación garantiza el almuerzo para internados y seminternados, los niños de escuelas regulares dependen de lo que puedan llevar desde casa. Y en un país donde conseguir pan o huevos es toda una hazaña, esto se ha vuelto misión casi imposible.
El pan de la bodega: de alimento básico a tesoro familiar
Ese pan duro y pequeño de la libreta, que antes muchos despreciaban, ahora es un bien preciado. Las familias guardan su ración solo para las meriendas de los niños, renunciando a su propio pedazo. «Antes sobraba, ahora no alcanza», comentan padres que ven cómo cada vez llega con menos peso y peor calidad.
Trueque entre vecinos: la economía de la solidaridad
El cubano se las ingenia como puede, y en los barrios ha resucitado el arte del trueque. Un poco de azúcar por pan, huevos por leche en polvo, o incluso meriendas hechas a cambio de favores. Son redes informales que mantienen a flote a muchas familias, aunque nadie sabe hasta cuándo podrán seguir así.
Las bodeguitas privadas: solución para pocos
Con el auge de los negocios particulares, han aparecido puestos que venden pan con jamón, jugos o dulces. Pero aquí viene el problema: un simple panecillo con jamón puede costar más de 300 pesos. ¿Cómo hacerlo diario si tienes dos o tres hijos? Para muchos, es un lujo inalcanzable.
Tiendas en MLC: otro mundo inaccesible
Galletas, yogures o jugos a veces aparecen en las tiendas en dólares, pero ¿de qué sirve si no tienes divisas? Para la mayoría de las familias, estos productos son como ver una vitrina desde afuera: están ahí, pero no pueden tocarlos.
Un problema que va más allá del hambre
La merienda no es solo comida: es energía para aprender, concentrarse y no desmayarse en el aula. Los padres lo saben y por eso se parten el lomo buscando alternativas, pero cada día es más difícil.
¿Hasta cuándo podrán seguir así? La solidaridad y el ingenio cubano son admirables, pero no pueden ser la única solución. Mientras tanto, garantizar la merienda escolar se ha convertido en otro acto de resistencia en esta Cuba donde hasta lo más básico es un lujo.