El sábado se armó el tremendo susto en las calles de Cienfuegos cuando una ambulancia del servicio de no urgencias terminó «empotrada como guagua en hora pico» contra la fachada de un edificio. Afortunadamente, no hubo que lamentar heridos, pero el espectáculo dejó a medio barrio con los ojos como platos.
Según el conocido perfil de Facebook ‘La Tijera’, el vehículo sanitario perdió el control y acabó montado en la acera, con su parte delantera literalmente «besando» la pared del inmueble. «Fue cosa de segundos —comenta un vecino—. Un ruido tremendo y cuando salimos, ahí estaba la ambulancia como si quisiera entrar a vivir al edificio».
Las redes ardieron con fotos y videos del chasco. En las imágenes se ve claramente la puerta abierta del vehículo, el capó abollado y hasta unos cuantos curiosos —niños incluidos— revisando los daños como si fuera una exposición de arte callejero. Mientras, desde los balcones, los residentes no salían de su asombro.
¿Y las causas?
Aquí viene lo preocupante: aunque testigos aseguran que el conductor perdió el control, las autoridades todavía no han dado una explicación oficial. Tampoco se sabe si en ese momento transportaba pacientes o personal médico, un detalle que mantiene a muchos con el corazón en un hilo.
No es el primero, ni será el último
Este accidente no es caso aislado. Solo este año, las ambulancias cubanas parecen tener cita con el peligro. El problema de fondo salta a la vista: ambulancias viejas, sin mantenimiento y con piezas que ya ni se fabrican. A eso súmale calles llenas de baches y falta de recursos, y tienes la receta perfecta para el desastre.
La crisis que nadie quiere ver
Detrás de estos accidentes hay una realidad más dura: el sistema de salud está en terapia intensiva. Desde que el gobierno empezó su «experimento» de recorte presupuestario, las ambulancias se han convertido en rarezas. Algunos municipios apenas tienen una o dos funcionando, y eso cuando hay combustible para moverlas.
«Antes llegaban rápido, ahora llegan si pueden», comenta una enfermera que prefirió no dar su nombre. La pregunta que todos se hacen es: ¿Hasta cuándo seguirán jugándosela con vehículos que ya deberían estar en un museo?