Las cenizas del pequeño Damir Ortiz Ramírez se quedarán en Miami, la ciudad donde luchó sus últimas batallas y donde su madre, Eliannis Ramírez, ha decidido echar raíces tras pedir asilo político en Estados Unidos.
La confirmación llegó a través de Facebook por medio de Idelisa Diasniurka Salcedo Verdecia, una activista cubana que no se ha despegado un segundo del caso y que fue clave en el traslado del niño desde Cuba. Ella misma aclaró que el velorio aún no tiene fecha fija, pero que apenas se sepa algo, lo anunciarán para que quienes deseen puedan despedirse del niño con todo el amor que inspiró.
“Para los que están preocupados por Eliannis, quiero que sepan que las cenizas de Damir no volverán a Cuba. Su mamá se queda en Miami tras solicitar asilo”, explicó Idelisa, visiblemente tocada por la situación.
Damir tenía apenas 10 años, pero desde los dos ya cargaba con el peso de una enfermedad complicada: neurofibromatosis tipo 1. El niño enfrentó varias complicaciones a lo largo de su corta vida, pero fue una bacteria contraída en Cuba la que encendió todas las alarmas, provocándole una sepsis generalizada que lo llevó a un fallo multiorgánico.
El 12 de marzo aterrizó en suelo estadounidense, ya en estado crítico. Llegó tras una campaña maratónica de recaudación de fondos, impulsada por su madre con el respaldo de activistas y médicos que se fajaron para darle una oportunidad. Todos soñaban con salvarle la vida. Pero, tristemente, Damir no resistió.
Según el doctor Miguel Ángel Ruano Sánchez, que estuvo muy pendiente del caso, la muerte del niño no fue causada por su enfermedad de base, sino por una infección bacteriana severa. «No murió de cáncer como muchos piensan», aclaró. Lo que lo venció fue una sepsis provocada por bacterias resistentes, algo que, en sus palabras, fue consecuencia directa de un mal manejo antibiótico en Cuba, donde no tenía acceso al tratamiento adecuado.
El caso de Damir ha tocado las fibras más sensibles de la comunidad cubana, tanto dentro como fuera de la Isla. Su historia sacó a relucir las fallas graves del sistema de salud cubano y dejó claro lo cuesta arriba que puede ser para muchas familias conseguir la atención médica que sus hijos necesitan.
Hoy, con el corazón en la mano, Eliannis enfrenta un duelo enorme, pero también una nueva etapa en tierras desconocidas. Y mientras Damir descansa en Miami, su historia queda como un llamado urgente a la conciencia y a la solidaridad.