En Cienfuegos, las alarmas se encendieron fuerte y claro: el Puente Amarillas 2 está en peligro de colapsar, y por eso las autoridades viales no se lo pensaron dos veces para prohibir el paso de vehículos pesados. Este punto clave del Circuito Sur, entre Aguada de Pasajeros y la localidad de Amarillas, está dando señales claras de que no aguanta más peso del debido.
Según el Centro Provincial de Vialidad, las inspecciones recientes sacaron a la luz lo que ya se venía venir: la estructura está cediendo poco a poco. El puente, que ya tenía sus achaques, presenta socavaciones serias en los cimientos y hundimientos visibles en la calzada. Imagínate eso con camiones de carga encima. El peligro es real.
El medio oficial Cinco de Septiembre fue quien dio el campanazo de alerta: hay una pérdida importante de tierra en los accesos del puente, y esa combinación de desgaste más peso excesivo es una receta directa para el desastre. Por eso, todo lo que pese más de 3.5 toneladas —léase camiones, guaguas y todo lo grande— no puede cruzar por ahí hasta nuevo aviso.
Para prevenir una tragedia, ya se están colocando señales bien visibles con las restricciones de peso y paso, y se organizaron rutas alternativas para desviar el tráfico, como por el elevado de la Autopista Nacional en el kilómetro 165. También habrá presencia constante de inspectores y agentes de tránsito para que nadie se pase de listo.
Paralelo a esto, los ingenieros andan manos a la obra con una inspección estructural más a fondo y la elaboración de una Tarea Técnica que permita comenzar cuanto antes las reparaciones necesarias. La idea es evitar un colapso que pudiera costar vidas o dejar incomunicadas a comunidades enteras.
Las autoridades han dejado claro que la seguridad va primero, y piden a la gente —transportistas y ciudadanos por igual— que cooperen. Nadie quiere una desgracia que pudo evitarse.
Ahora bien, este caso no es una excepción. El Puente Amarillas 2 es solo otro nombre más en una larga lista de estructuras deterioradas en la isla. Y eso es lo que tiene a la gente de a pie con los pelos de punta.
Solo basta recordar lo que pasó en La Habana a finales de 2024, cuando los vecinos del Vedado alzaron la voz por el puente sobre el Almendares. Aquello estaba en candela: grietas visibles, estructuras oxidadas, ni un remiendo a la vista. Las imágenes que circularon en redes sociales dejaban poco a la imaginación y mucho al miedo.
Unos meses antes, en Matanzas, hubo otro susto con un puente en la Autopista Nacional, a la altura de Cárdenas, donde las grietas daban escalofríos. Y ni hablar del caso de Moa con Baracoa, donde en abril del 2024 un cubano dijo lo que muchos pensaban: “Esto se va abajo si no lo arreglan ya”. Y con razón, porque ni señales había que alertaran del peligro.
La historia se repite en Villa Clara, Holguín, y en varias provincias más. El problema es estructural, literal y figuradamente. El deterioro acumulado y la falta de mantenimiento sistemático están cobrando factura. Y mientras eso no cambie, seguiremos en la cuerda floja.
El Puente Amarillas 2, con su cierre parcial, se ha convertido en el reflejo de una crisis profunda en la infraestructura vial cubana. Si no se actúa con seriedad, la próxima alerta podría no llegar a tiempo.