Una cubana radicada en España encendió la chispa de un debate bien caliente en TikTok, tras soltar un video donde le canta las cuarenta a los pedidos constantes de dinero que le llegan desde Cuba. En un tono sin pelos en la lengua, la joven conocida como @chanel.165 puso sobre la mesa una realidad que muchos emigrados prefieren callar: el sacrificio diario que cuesta ganarse cada euro, frente a la idea —muy extendida en la isla— de que en el extranjero el dinero brota como el agua de un manantial.
«¿Será que la gente cree que 100, 150 o hasta 50 euros caen del cielo? Pues parece que sí», soltó Chanel con esa mezcla de agotamiento y sinceridad que no se puede fingir. Asegura que desde Cuba le llegan mensajes con el mismo sonsonete: “Tú puedes mandarme una recarga, tú puedes mandarme cien, tú puedes, tú puedes…”, como si vivir en Europa fuera un eterno paseo por el paraíso.
Pero la cosa está lejos de ser color de rosa. Chanel explicó que detrás de cada euro hay sudor, cansancio y a veces hasta lágrimas. En su testimonio contó que los emigrantes cubanos trabajan duro: limpian hoteles, casas, cuidan ancianos, se parten el lomo en la hostelería o en el campo. “Y no solo los hombres, también muchas mujeres se fajaron con el surco”, añadió, dejando claro que nada les ha caído del cielo.
También confesó que el maltrato en el trabajo es pan de cada día. Hay que aguantar gritos, humillaciones y jefes insoportables. Pero aun así uno respira hondo y sigue, porque ahí está el salario que alimenta a los hijos, a la familia, a los que quedaron atrás.
Uno de los puntos más duros de su reflexión fue cuando habló de la falta de memoria emocional de quienes hoy piden: “Se ofenden si uno no puede ayudar, te pintan como la peor persona. Y lo más cómico es que, muchas veces, son los mismos que nunca movieron un dedo por ti allá en Cuba”.
El video de Chanel tocó una fibra muy sensible y enseguida se volvió viral. Miles de emigrados cubanos reaccionaron con empatía y respaldo, compartiendo sus propias vivencias. “Con lo que cuesta ganarse el dinero, no es fácil”, dijo uno. Otro, desde Francia, contó que lleva años en la construcción y que “todo lo que brilla no es oro”. Así, con sencillez, muchos pusieron en evidencia la gran desconexión entre lo que se vive fuera y lo que se imagina dentro.
No faltaron los comentarios en tono sarcástico, como el de quien soltó: “Yo quería pedirte un dinerito, pero después de ver esto, mejor me callo. Me jodí”. Y otro que resumió el sentir general: “En Cuba creen que el dinero se da en los árboles… y uno aquí aguantando estupideces todos los días para ganarse el pan”.
Este fenómeno no es nuevo, pero cada vez más cubanos en la diáspora están alzando la voz en redes. En abril, una joven en Miami, Yenny González, explotó en un video diciendo que se sentía “una esclava de Cuba”. Según ella, la presión familiar es tanta que no le permiten ni respirar. Mientras le lloran por hambre, luego los ve derrochando en discotecas y con cajas de cigarros. La doble moral, dice, está a la orden del día.
Otro testimonio que dio de qué hablar fue el de Leonella, quien se quebró emocionalmente al contar que su familia solo la busca cuando necesitan algo. “Ni gracias dan. Y si les das 100, quieren 200”, expresó. Su dolor iba más allá del dinero: era el sentimiento de ser usada sin recibir afecto a cambio.
Desde España, la influencer Kuki Acea decidió ponerle humor a la situación. En un video cargado de sátira, enumeró las cosas que le piden antes de viajar a la isla: desde zapatillas hasta veneno para mosquitos. Entre risa y risa, su mensaje reflejó la avalancha de pedidos absurdos que muchos enfrentan cuando anuncian que regresan a visitar a la familia.
Y no solo los emigrados están hablando. Dentro de Cuba también hay voces que critican esta mentalidad errada. Azúcar de Cuba, una creadora de contenido desde la isla, dijo sin tapujos que muchos piensan que en Estados Unidos uno patea una piedra y salen billetes. Y parte de la culpa, asegura, la tienen los propios emigrantes que se dan vida de novela en redes sociales, sin mostrar las verdaderas grietas del exilio.
A pesar de todo, hay quienes ven la ayuda económica como un acto de amor y no de presión. El tiktoker @arguelles364 pidió empatía para quienes siguen en la isla. “Aunque uno esté reventado, hay que ayudar. Esa gente vive una vida sin futuro”, dijo con el corazón en la mano.
Por su parte, @cindyforte mostró cómo cada mes prepara maletas con comida para su mamá y su sobrino. Y no le importa lo que digan los demás: “Son mi familia, y por ellos no me canso”, aseguró. Una cubana conocida como La Cubanita Soñadora fue más directa aún: “Mientras tenga estas dos manos, seguiré mandando lo que haga falta, porque allá está mi gente”.
Desde una mirada más emocional, la psicóloga Carelis Conde compartió un pensamiento que caló hondo: “No puedo sentarme a la mesa sabiendo que mi mamá o mi papá no tienen qué comer. No solo en fin de año, cualquier día”. Para ella, esto no va de política ni de economía. Va de sangre, de afecto, de lo que uno lleva en el alma.
Al final, todo este debate sobre las remesas no es un simple tira y afloja entre quien pide y quien manda. Es una realidad compleja, cargada de emociones, culpas, amores, resentimientos y mucha historia personal. Una especie de nudo en el pecho que une, divide y marca profundamente la experiencia del emigrado cubano.
