La vida da vueltas más rápido que carrusel en feria, y a @amy_te_lo_cuenta le pasó exactamente eso. La tiktoker cubana acaba de compartir su «bautizo consumista» en Estados Unidos, y el video tiene a medio mundo «partiéndose de la risa y reflexionando al mismo tiempo».
«Me llevaron directo del aeropuerto a Walmart, ni tiempo de dejar las maletas», cuenta entre risas. Lo que ella imaginaba como «una bodeguita de barrio» resultó ser «un mundo paralelo» que la dejó «más perdida que niño en fiesta de adultos».
El primer impacto fue ver esos pasillos infinitos donde conviven desde televisores 4K hasta paquetes de galletas «más grandes que la cabeza de un guajiro». «En Cuba vas a una tienda y con suerte hay tres latas de tomate… aquí hasta venden kayaks en el pasillo de deportes!», exclama con esa mezcla de asombro y gracia que la caracteriza.
El momento cumbre llegó en la sección de carnes. «Vi el pollo ahí, fresco, sin cola, sin que te digan ‘no hay’… casi lo abrazo!», confiesa emocionada. Mientras su hermana, ya adaptada, seguía el recorrido con normalidad, Amy «llenó el carrito como si fuera el último día del mundo», incluyendo ese paquete de 48 rollos de papel higiénico que estaba en oferta «por si las moscas».
Pero el verdadero test de supervivencia fue enfrentarse a las cajas de autopago. «Pensé que si me equivocaba sonaría una alarma y me deportaban a Cuba al tiro», bromea. Su hermana tuvo que explicarle que «aquí pagas después de escanear, como si fuera lo más normal del mundo».
El video, que ya es tendencia en TikTok, desató un torrente de comentarios de otros migrantes que vivieron experiencias similares. «Yo lloré cuando vi los pasillos de lácteos», confesó un usuario. «A mí me dio mareo tanta abundancia», añadió otro. Todos coinciden en que ese primer viaje al supermercado marca un antes y después en la vida de cualquier recién llegado.
La moraleja que deja Amy es tan simple como profunda: «Allá elegías entre lo que había… aquí el problema es decidir entre demasiadas opciones». Un contraste que, más allá de las risas, nos hace pensar en los privilegios que damos por sentado.