El viernes al mediodía, justo cuando el sol está en su punto y La Habana se mueve con ese ritmo apurado de siempre, una colisión en cadena paralizó por un rato la esquina de Línea y L, en pleno corazón del Vedado. Tres vehículos salieron golpeados del encontronazo: dos clásicos Lada, de esos que resisten hasta ciclones, y un Geely azul que no corrió con mejor suerte.
Los vecinos que andaban cerca no tardaron en contar el suceso en el grupo de Facebook ‘Accidentes Buses & Camiones’, ese muro donde se ve de todo. Según los comentarios, el chofer del Lada rojo no frenó a tiempo cuando se acercaba al semáforo y le cayó con todo a un Lada gris que estaba detenido. El pobre Lada gris, como fichita de dominó, fue empujado directo contra el Geely que también esperaba el cambio de luz.
Por suerte, nadie resultó herido de gravedad, aunque el impacto fue lo suficientemente fuerte como para que se formara tremendo corre-corre de curiosos y el tráfico se pusiera imposible por un buen rato.
Las imágenes no mienten: el Lada gris quedó con la parte trasera hecha puré, completamente deformada. El rojo, por su parte, quedó con el frente desbaratado: capó abollado, guardafangos doblados, y ni hablar del susto. El Geely también salió mal parado, con el maletero hundido como si le hubieran dado con un martillo gigante.
Este tipo de accidente no es cosa nueva en las calles de La Habana. Y cada vez que pasa uno, se vuelve a poner sobre el tapete la misma historia: hay que tener más precaución al manejar. Porque entre los semáforos que a veces no funcionan, las calles llenas de baches y la poca iluminación nocturna, cualquier descuido puede acabar en desastre.
La cosa no queda ahí. En septiembre del año pasado, en la rotonda de la Ciudad Deportiva, otro choque múltiple al mediodía involucró dos autos y una ambulancia, todos en fila como si fuera una coreografía de mala suerte. Un carro blanco de la marca BAW terminó impactando a uno rojo, que a su vez le dio por detrás a una ambulancia. Todo indica que no guardaron la distancia y la cadena de golpes fue inevitable.
Y si retrocedemos un poquito más, a finales de julio de 2024, otro incidente parecido sacudió los alrededores de la Terminal 1 del Aeropuerto de La Habana, en Boyeros. Allí, una patrulla de Inmigración y dos autos particulares terminaron chocando. Aunque no se supo bien la
