En un rinconcito de Miami, el Nicklaus Children’s Hospital fue testigo de una lucha tremenda. Damir Ortiz Ramírez, un chamaquito cubano lleno de valentía, nos dejó este sábado, bien tempranito, a las 5:00 de la mañana. El pequeño se enfrentó a una sepsis cañona, una infección que le vino persiguiendo desde Cuba, antes de que lograra cruzar el charco para buscar un tratamiento especial aquí en Estados Unidos. Y aunque la pelea fue dura, se fue en paz, sin dolor, como un campeón que descansa después de darlo todo.
El doctor Miguel Ángel Ruano, con el corazón en la mano, soltó la noticia en un video por Facebook que te aprieta el alma. Contó que Damir llevaba desde el 12 de marzo en el hospital, batallando contra una bacteria que se le metió en la sangre y le puso el cuerpo patas arriba. «La cosa se complicó por la sepsis, y las bacterias esas no le hacían caso a los antibióticos que le echamos encima», dijo Ruano, con esa tristeza que se te pega. Al final, el cuerpecito del niño no aguantó más y los órganos le fallaron uno tras otro.
Pero ojo, que aquí hay un detalle importante: Damir no se fue sufriendo. Ruano lo dejó clarito: «Fue una noche pesada pa’ nosotros, los que lo queríamos salvar, pero él se despidió tranquilo, sin ese dolor que a veces imaginamos». La septicemia, pa’ que entiendas, es como un ataque masivo de gérmenes que se te cuelan por la sangre y te tumban los órganos en un abrir y cerrar de ojos. Y aunque le metieron todos los antibióticos del mundo, modernos y de los buenos, las bacterias esas venían con un escudo duro de roer, culpa de cómo manejaron los medicamentos allá en Cuba antes de que llegara aquí.
Una bacteria traicionera y un final inesperado
El viernes por la tarde, la cosa se puso fea. Damir empezó a apagarse porque varios órganos le dijeron «hasta aquí llegué». Según Ruano, no fue el cáncer lo que se lo llevó, sino esa infección bruta que lo agarró desprevenido. Diasniurka Salcedo, una activista con un corazón gigante que estuvo en la pelea por salvarlo, explicó en otro video que el niño llegó con dos bacterias pegadas como lapas. Una de ellas, la pseudomona, fue la que le dio el golpe final. Desde el miércoles ya estaba en las últimas, y aunque los médicos de Miami le echaron el resto, no hubo manera de ganarle a esa maldita sepsis.
«Fue tratado como rey, con lo mejor de lo mejor», dijo Diasniurka, reconociendo el esfuerzo de los doctores. Y es que, aunque el final no fue el que todos queríamos, el amor y la dedicación que le pusieron no tienen precio. La madre del pequeño, Eliannis Ramírez, está rota, como te puedes imaginar. «Ella les da las gracias a todos, pero no puede ni hablar», soltó Diasniurka entre lágrimas, porque perder un hijo es un dolor que no se explica.
Un adiós con sabor a Cuba en Hialeah
Pa’ los que quieran despedirse de Damir como se merece, apunten esto: a mitad de semana, en Hialeah, van a hacerle las honras fúnebres. La cita es en la funeraria Caballero Rivero, en 373 W 9th St #377, un lugar amplio pa’ que quepan todos los cubanos del exilio que quieran darle un último abrazo simbólico al pequeño. Dicen que será el miércoles o jueves, así que estén pendientes. Ahora mismo, el cuerpo de Damir está siendo trasladado desde el hospital hasta la morgue pa’ prepararlo todo.
La solidaridad de la gente ha sido una cosa seria. Varios cubanos se han fajado pa’ que los servicios funerarios salgan bien, y tanto Ruano como Diasniurka no se cansan de agradecer. «Gracias a todos los que han estado ahí, desde el principio hasta ahora», dijeron, con esa gratitud que sale del alma. Porque Damir no solo fue un niño enfermo; fue un símbolo de lucha, de esperanza y de lo que significa tirar pa’lante aunque el mundo se te venga encima.
Así que, mi gente, si pueden, pasen por Hialeah a despedir a este guerrerito. Que su historia no se olvide y que su tranquilidad al partir nos deje un poquito de paz en el corazón. ¡Descansa, Damir, que aquí te recordaremos siempre!
