La muerte del pequeño Damir Ortiz ha dejado una herida abierta en el alma de miles de cubanos, dentro y fuera del país. La noticia ha corrido como pólvora por las redes sociales, desatando una ola de tristeza, rabia y solidaridad. Nadie puede quedarse indiferente ante la historia de este niño que, con solo diez años, se convirtió en un símbolo de amor, resistencia y esperanza.
Desde que su enfermedad salió a la luz, Damir logró unir a cubanos de todas partes del mundo. Su lucha conmovió a tantos, que cada paso en su tratamiento fue seguido de cerca con el corazón en la mano. Era como si todos quisiéramos, de algún modo, abrazarlo y decirle “estamos contigo, campeón”. Por eso, su partida ha calado tan hondo. El dolor ha tocado fondo.
Una de las voces que más ha resonado en medio de esta tragedia es la de la activista Lara Crofs, quien no pudo ocultar su indignación. En un mensaje que ha dado vueltas por Facebook, soltó con fuerza lo que muchos sienten: “Convirtieron en mártir a un niño de 10 años”. Y añadió, con el corazón en la garganta, que el dolor que sentimos es tan grande como las ansias de justicia que arrastramos los cubanos. El dolor, la rabia, la impotencia… están a flor de piel.
Crofs también pidió algo tan humano como necesario: espacio y respeto para Eliannis, la madre de Damir. “Esto duele como el carajo”, dejó entrever. Y no exagera. Nadie debería pasar por lo que esta madre está viviendo ahora. Y menos cuando se siente que todo esto pudo haberse evitado.
El arte también ha hablado por los que no encuentran palabras. El rapero cubano Omar Mena soltó una bomba emocional con unos versos que han hecho llorar a más de uno. En ellos, le desea a Damir un cielo lleno de juguetes y nubes dulces, donde pueda jugar tranquilo y seguir creciendo con amor. Una despedida poética que ha tocado fibras muy sensibles, como si su letra sirviera para sanar un poquito tanto dolor acumulado.
En plataformas como Facebook, las imágenes del niño, las palabras de amor, las frases como “vuela alto, Damir” y “te recordaremos siempre” han inundado los muros. Es como si todos quisiéramos abrazar a su familia desde donde estemos, aunque sea con un mensaje.
La comunidad cubana, tanto dentro de la isla como en el exilio, ha demostrado una vez más lo fuerte que puede ser la solidaridad. El llamado ha sido claro: acompañar en el dolor, respetar el duelo y alzar la voz por quienes ya no están.
Hasta ahora, se espera que familiares o allegados compartan más detalles sobre cómo se llevará a cabo el adiós final. Mientras tanto, el nombre de Damir sigue latiendo en cada rincón donde alguien lo recuerda.
Este niño no solo enfrentó una enfermedad, sino muchas. Desde muy pequeño cargó con el peso de la neurofibromatosis tipo 1, una condición genética compleja que le afectó gravemente el ojo derecho. Y como si eso no fuera suficiente, le llegó también un diagnóstico de leucemia y problemas renales que complicaron aún más su salud.
El 12 de marzo fue llevado al Nicklaus Children’s Hospital, en Miami. Pero no fue fácil. La burocracia del Ministerio de Salud Pública en Cuba (MINSAP) puso mil trabas antes de permitir su salida. Decían que aquí había recursos, que no hacía falta irse. Pero al llegar a Estados Unidos, los médicos vieron otra historia: el diagnóstico en Cuba estaba equivocado. Un golpe más, como si no fueran suficientes.
A las 5 de la mañana del 5 de abril, Damir dejó este mundo. Su luz se apagó en el hospital de Miami. La activista Diasniurka Salcedo lo confirmó con un mensaje que rompe el alma: “¡Nuestro guerrero descansando con el Señor!”. Y en verdad, no hay palabras que logren abarcar tanto dolor.
Damir no solo fue un niño enfermo. Fue un símbolo. Un guerrero. Un alma llena de amor que, aunque se fue muy pronto, dejó una huella imborrable en el corazón de todos los que lo conocieron, aunque fuera solo por una foto o una historia compartida.
Descansa en paz, campeón. Tu lucha no fue en vano.
