Las calles de La Habana volvieron a teñirse de luto este sábado. Un hombre en bicicleta fue arrollado en plena avenida 101 del Cotorro, y el cobarde del conductor ni siquiera tuvo el valor de quedarse a enfrentar las consecuencias. Se dio a la fuga como rata en la noche, dejando atrás un drama familiar y muchas preguntas sin responder.
La cruda realidad que Facebook mostró primero
Leonardo Campo Martínez fue quien destapó el caso desde su perfil. Con esas fotos que parten el alma – una lona negra cubriendo lo irreparable, los pedazos de lo que fue una bicicleta, los policías dando vueltas sin prisa – nos recordó lo frágil que es la vida en nuestras calles. «Lo chocaron por detrás y salieron pitando», escribió con esa rabia contenida que todos sentimos al ver estas injusticias.
El silencio que grita más fuerte
Lo más indignante es el mutis de siempre: las autoridades calladas, los medios oficiales mirando para otro lado. Como si un cubano menos en bicicleta no importara. Mientras tanto, en el barrio la gente se pregunta: ¿Quién era este hombre? ¿Tenía familia? ¿Alguien responderá por esto? Preguntas que quizás nunca tengan respuesta.
Esta no es la primera y tristemente no será la última
Hace apenas unos meses, la Avenida Monumental se cobró otra víctima en circunstancias similares. Las calles cubanas se han convertido en campos minados donde cada bache puede ser trampa mortal, cada esquina sin señalizar una ruleta rusa, y cada vehículo mal mantenido un peligro ambulante.
El combo explosivo: calles destruidas + indisciplina + impunidad
No es casualidad que estos dramas se repitan. Las vías están hechas polvo, las pocas señales de tránsito las ignoran hasta los policías, y los conductores manejan como si estuvieran solos en el mundo. Lo peor es que cuando pasa lo inevitable, nadie rinde cuentas.
¿Hasta cuándo seguiremos contando muertos?
Mientras no haya una verdadera voluntad política para arreglar este desastre, seguiremos escribiendo estas notas tristes. Ojalá algún día podamos circular sin miedo, sin que un simple paseo en bici se convierta en una aventura de vida o muerte.