La crueldad del gobierno cubano no conoce límites. Maykel Castillo Pérez, el artista conocido como Maykel Osorbo, preso político desde hace más de cuatro años, no podrá despedirse de su abuela, Hilda Rojas Mora, quien falleció este lunes a los 85 años. Ella fue su madre de crianza, la que lo acogió cuando quedó solo a los 10 años, pero ni ese amor ni las súplicas de su familia ablandaron al régimen.
«Que al menos la vea por última vez»
Desde la tarde del lunes, familiares y amigos velaban a Hilda en la funeraria Marcos Abreu, en Centro Habana. Faltaba él. Maykel, encarcelado en la prisión 5 y Medio de Pinar del Río, a cientos de kilómetros de su hogar, pidió permiso para asistir bajo custodia. «Si hay que alargar el velorio, lo haremos», rogaron sus seres queridos. Pero la respuesta fue un no rotundo.
No es la primera vez. Cuando murió su abuelo de crianza, tampoco le permitieron ir. Ahora, el régimen repite la misma táctica de tortura psicológica: negarle a un preso político hasta el derecho a llorar a quien lo crió.
Yotuel Romero estalla: «Esto es inhumanidad»
El músico y activista Yotuel Romero no se quedó callado. En redes sociales, denunció la vileza del gobierno cubano: «A Maykel, preso injustamente, no se le permite siquiera decirle adiós a su abuela». Y lanzó una comparación que duele: «Es lo mismo que le hicieron a Celia Cruz».
Pero Yotuel no se queda en palabras. Advirtió que, de no haber rectificación, llevarán el caso a Amnistía Internacional. «Esto no es política, es humanidad. Y ustedes, con esta acción, demuestran ser inhumanos», sentenció.
El dolor como arma de represión
El régimen sabe que no puede quebrar a Osorbo, pero intenta destrozarlo negándole hasta el duelo. Es una estrategia vieja: aislar, humillar, romper los lazos más sagrados. Pero Maykel no está solo. Su familia, la diáspora cubana y el mundo entero están mirando.
¿Hasta cuándo seguirán estos castigos crueles? ¿Qué más tendrá que sufrir Maykel para que alguien diga «basta»?