La última ocurrencia del gobierno cubano para combatir el desastre que ellos mismos crearon le costó caro a un anciano de Holguín. En el barrio conocido como «La Colorá», un abuelo que cumplía con su turno como «guardián de bodega» terminó golpeado, robado y amarrado por delincuentes. Así funciona la «revolucionaria» campaña que pone a jubilados a cuidar comercios sin armas, sin seguridad y por una miseria que no alcanza ni para un kilo de arroz.
El deber revolucionario que nadie pidió
El activista Saúl Manuel fue quien destapó el caso, revelando los detalles de este ataque cobarde. «Lo asaltaron, lo golpearon y lo dejaron amarrado», denunció, aunque por respeto a la víctima muchos decidieron no compartir las fotos del anciano en ese estado.
¿Qué hacía este señor vigilando una bodega a media noche? Cumpliendo con el ridículo plan de «Guardianes de mi Bodega», donde el gobierno, en lugar de reforzar la seguridad con profesionales, echa mano de vecinos y ancianos para que hagan el trabajo que la PNR no puede (o no quiere) hacer.
La Colorá: Barrio peligroso, soluciones peligrosas
Todos en Holguín saben que «La Colorá» no es precisamente un campo de flores. Es una zona dura, con historial de violencia, donde mandar a un abuelo a cuidar una bodega de noche es como tirarlo a los lobos.
«Ese hombre dio toda su vida trabajando, y ahora en vez de descansar lo ponen de carnada», escribió indignada una usuaria en redes. Y tiene razón: ¿Dónde está el Estado que tanto habla de proteger al pueblo?
Guardianes sin armas, gobierno sin vergüenza
La campaña es tan absurda como peligrosa:
- Vecinos organizados en WhatsApp para avisar si ven ladrones (como si los delincuentes no tuvieran celular).
- Rondas nocturnas con personas que no tienen ni como defenderse.
- Un salario miserable que no compensa el riesgo.
Mientras, los mismos de siempre —ministros, burócratas y jefes del Partido— duermen tranquilos en sus casas, sin preocuparse por quien queda tirado en la calle por cumplir «el deber».
El silencio que lo dice todo
Ningún funcionario ha dado la cara por este anciano. Ni la ministra del Comercio Interior, ni el Primer Secretario del Partido en Holguín. Como siempre, el pueblo se queda solo, golpeado y humillado, mientras los discursos oficiales hablan de «protección social» y «seguridad ciudadana».
¿Hasta cuándo seguirán estos experimentos con la gente? ¿Cuántos más tendrán que ser sacrificados antes de que el gobierno admita que el problema no son los guardianes voluntarios, sino un sistema que no funciona?