La oscuridad de un apagón cubrió el crimen más atroz. El Dr. Alberto Camejo, un epidemiólogo de 52 años dedicado a salvar vidas, perdió la suya de la manera más cruel en su propia casa de Los Naranjos, Caimito. El pasado 20 de marzo, mientras la luz se iba en Artemisa, asesinos despiadados entraron a su hogar, lo golpearon salvajemente y le clavaron 22 puñaladas.
Un crimen que estremece a Cuba
Vecinos encontraron el cuerpo del galeno en condiciones tan brutales que apenas era reconocible. Los delincuentes no solo acabaron con su vida: se llevaron su moto eléctrica de trabajo y el dinero de la venta reciente de la casa de su madre. Lo más indignante: a dos semanas del hecho, los asesinos siguen sueltos.
«Era el mejor de nosotros», llora una amiga de la infancia desde Estados Unidos. «¿Cómo explicar tanta maldad? ¿Por qué se llevan a los buenos?», se pregunta en un desgarrador post de Facebook que ha conmovido a la comunidad.
El doctor que Cuba perdió
Alberto no era cualquier médico:
- Especialista en Higiene y Epidemiología (justo cuando más los necesitábamos)
- Ejemplo de dedicación en su comunidad
- Amigo que nunca negaba ayuda
- Hijo ejemplar que cuidaba de su madre
«Era de esos profesionales que te atendían con una sonrisa aunque estuviera agotado», recuerda un paciente. Hoy, esa sonrisa se apagó para siempre, dejando un vacío imposible de llenar.
Cuba: ¿País de paz o de impunidad?
Este crimen no es un caso aislado. Cada semana llegan noticias de robos, agresiones y asesinatos que quedan en la impunidad. La pregunta que todos se hacen: ¿Dónde está la seguridad ciudadana?
Mientras, la familia y amigos de Alberto exigen justicia. No quieren discursos, quieren ver a los culpables tras las rejas. Pero en Cuba, donde hasta encontrar un jabón es difícil, encontrar justicia parece misión imposible.