Las piernas de Dayan pesan más que sus 20 años. Diagnosticado con elefantiasis desde niño, este habanero ha vivido arrastrando sus extremidades hinchadas como si llevara anclas en los tobillos. Hasta hoy. Gracias a la solidaridad de cubanos en Miami, Dayan recibió un scooter eléctrico que le devuelve la movilidad y, sobre todo, la dignidad.
Cuando las redes sociales hacen milagros
Todo comenzó con un llamado desesperado en Facebook hace un mes. Dayan, que apenas puede caminar una cuadra sin agotarse, le pidió ayuda al activista Osvany «Pesca en Miami» Sánchez. Lo que siguió fue pura magia comunitaria.
«No puedo ayudar a todos, pero cada gesto cuenta», dijo Pesca en Miami con la voz quebrada al ver el video donde Dayan prueba su nuevo vehículo dentro de casa, sonriendo como niño con zapatos nuevos.
Una burocracia más dura que la enfermedad
Pero detrás de esta alegría hay una lucha titánica: Dayan sufre linfedema grado 4, una condición que en Cuba no tiene tratamiento. Aunque reunió el dinero para operarse en España (gracias a donaciones), el Ministerio de Salud Pública le niega el documento que necesita para la visa humanitaria.
«Es como el caso de Damir», explica Dayan, refiriéndose al niño con cáncer a quien también le han negado los permisos. Mientras, sobrevive con una pensión de 1,500 pesos cubanos (ni siquiera suficiente para un pollo) y la caridad de vecinos.
La doctora española que también espera
El drama tiene otra capa: la especialista que iba a operarlo en Valencia perdió a su familia en las recientes inundaciones. Ahora Dayan aguarda a que ella se recupere emocionalmente o le asignen otro médico.
«Si Dios quiere y este gobierno me deja salir…», repite como un mantra, consciente de que cada día que pasa es otro día que su cuerpo sigue decayendo.
El scooter: Un respiro, no la solución
Aunque el vehículo eléctrico le cambia la vida —»ahora puedo ir a la bodega sin depender de nadie»—, Dayan sabe que es un parche temporal. Su sueño sigue siendo poder caminar ligero, sin dolor, sin miradas compasivas.
Mientras el sistema de salud cubano le falla, son los cubanos de a pie —los de aquí y los de allá— quienes tejen redes de esperanza. Como dice Pesca en Miami: «Esto no es caridad, es justicia».
¿Quieres ayudar a Dayan? Comparte su historia. A veces, la presión social es la mejor medicina.