El gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, se apareció este jueves en Guantánamo para inspeccionar una comunidad de casas de madera destinadas a los afectados por el huracán Oscar, que arrasó con la región oriental en octubre pasado.
De acuerdo con el medio oficialista Venceremos, la comunidad en construcción, llamada El Aeropuerto, tiene proyectadas 922 viviendas, pero hasta el momento solo 18 familias han sido reubicadas, mientras que otras 40 casas siguen en proceso de construcción.
Casas rústicas con lo básico
Las viviendas, catalogadas como tipología tres, cuentan con baños, mesetas y patios de servicio. Dependiendo del tamaño de la familia, pueden tener entre uno y tres cuartos.
A pesar de la visita de Díaz-Canel y el optimismo que intentan proyectar las autoridades, la realidad sigue siendo dura para muchas familias, que tras el paso del huracán siguen viviendo en condiciones precarias.
El Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda, intentó dar un mensaje esperanzador en su cuenta en X (Twitter), asegurando que en Imías se avanza en la reconstrucción de viviendas y en la reparación de infraestructuras.
Destrucción y desesperanza en Guantánamo
El huracán Oscar dejó su marca en Guantánamo, afectando gravemente la provincia. Más de mil viviendas sufrieron daños severos debido a los fuertes vientos e inundaciones, además de provocar el colapso de infraestructuras eléctricas y viales, dejando incomunicadas a numerosas comunidades.
Aunque el gobierno ha impulsado la construcción de nuevas viviendas, la crisis habitacional sigue sin resolverse. Muchas familias de Imías aún viven en campamentos improvisados, sin acceso estable a agua potable ni servicios básicos, lo que genera frustración y temor sobre su futuro.
Un guion repetido: la estrategia de las casas de madera
Esta estrategia del gobierno cubano no es nueva. Tras el huracán Ian en 2022, que devastó Pinar del Río, también se construyeron casas de madera como solución rápida. Sin embargo, muchas de estas viviendas han demostrado ser frágiles y con acceso limitado a servicios esenciales, lo que dejó a muchos damnificados en una incertidumbre prolongada.
La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo los afectados seguirán esperando soluciones reales?