El corazón de Santiago de Cuba se detuvo este lunes cuando José García Huerta, «Popó» para sus cercanos, perdió la vida en un accidente laboral que ha conmocionado a la ciudad. El suceso ocurrió pasada la 1:00 p.m. en un taller de mantenimiento de la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria (EPIA), ubicado en la céntrica calle Heredia.
El fatal momento se desencadenó cuando Popó, mientras realizaba trabajos en altura, movió una barra metálica (pule) de 14.21 cm que, al desbalancearse, hizo contacto con dos líneas eléctricas de 7.620 voltios cada una. La descarga fue instantánea y brutal, lanzándolo desde más de 15 metros de altura hasta la calle Aguilera.
Aunque sus compañeros y transeúntes actuaron rápido, llevándolo de urgencia al Hospital Militar Joaquín Castillo Duany, ya no hubo nada que hacer. Popó llegó sin vida, dejando atrás una familia destrozada y una ciudad que hoy llora su partida.
El impacto del accidente fue tal que los cables de alto voltaje quedaron colgando con parte de la estructura, obligando a un operativo de la UNE para retirarlos y restablecer el servicio, que se vio interrumpido en varias zonas del centro.
Una cruda realidad que se repite
Este no es un caso aislado. En los últimos meses, el sector laboral cubano, especialmente el eléctrico, ha cobrado demasiadas vidas.
Hace poco más de un año, Leonel Barroso Machín, un joven liniero de Boyeros, en La Habana, murió tras caer de un poste mientras reparaba daños causados por una tormenta. Aunque fue operado, su estado empeoró y falleció dos días después. Sus compañeros lo recuerdan como un trabajador entregado y solidario.
En agosto del mismo año, otro joven electricista perdió la vida electrocutado mientras trabajaba en una línea de alto voltaje. Los reportes indican que faltaron medidas de seguridad básicas, una situación que, lamentablemente, se repite en muchas brigadas del país.
Y en Matanzas, Daniel Vega de la Cruz, otro valiente liniero, murió tras una caída en una subestación eléctrica. Antes de fallecer, Vega había alertado sobre el mal estado de las estructuras y la necesidad de usar equipo de protección adecuado. Sus palabras, hoy, resuenan como una advertencia desoída.