En medio del Ejercicio Nacional de Prevención y Enfrentamiento al Delito, la Corrupción y las Ilegalidades, las autoridades de Pinar del Río lograron lo impensable: devolverle a un ciudadano parte de su cerdo robado… en una bolsita plástica.
El suceso ocurrió en el poblado de Alonso Rojas, en Consolación del Sur, cuando un hombre denunció el robo de su puerco. La policía actuó con rapidez, atrapó a los responsables y, en un gesto que intentaron vender como un éxito rotundo, le entregaron al afectado unas cuantas libras de carne en una bolsa.
La proeza fue compartida con gran entusiasmo en la página oficialista “De Pinar Soy”, donde se publicó la foto de un agente entregándole la carne al dueño. “Gracias a la policía. El delincuente no descansa, pero la autoridad tampoco”, decía la publicación, adornada con emojis de aplausos y explosiones, como si de una hazaña épica se tratara.
Pero en redes sociales, la historia no fue recibida con la solemnidad que esperaban. “Ya se la hubieran dado frita tú”, comentó con sorna un usuario. Otra persona se preguntó entre risas si el dueño no recibiría ni un centavo por su pérdida, mientras que otro se limitó a exclamar: “¡Wow, Pedro!”, en referencia a la popular canción que se ha convertido en sinónimo de asombro en Cuba.
Este insólito episodio es solo una muestra más de cómo la crisis en Cuba sigue generando situaciones cada vez más absurdas. Y es que, en Pinar del Río, los robos han adquirido nuevas formas.
Según una residente del mismo poblado de Alonso Rojas, entrevistada por el periodista Alberto Arego, ahora los delincuentes han implementado una especie de “secuestro” de bienes y animales. “No es de personas, sino de objetos y animales que los delincuentes se roban y luego piden rescate a cambio de dinero”, denunció la mujer en Facebook.
Pero no todos los delitos en la provincia son motivo de burlas. En diciembre, un crimen brutal estremeció a la comunidad de Paso Quemado, en Los Palacios. Nelson Robaina Campos, un hombre de 58 años, conocido como “Huevo” por sus allegados, fue asesinado y decapitado por ladrones que le robaron su bicicleta eléctrica y su teléfono celular mientras hacía guardia en una vega de tabaco.
El impacto de este asesinato fue devastador para sus familiares y amigos, quienes lo recordaban como un hombre trabajador y querido en su comunidad.
Mientras tanto, la justicia cubana sigue tratando de enfrentar la creciente ola delictiva. Recientemente, el Tribunal Provincial de Pinar del Río llevó a juicio a ocho ciudadanos acusados de robo con fuerza, hurto y receptación, según informó el diario oficial Guerrillero.
Entre la ironía de los operativos policiales y el miedo que generan los crímenes violentos, los cubanos siguen lidiando con una realidad donde la inseguridad y la escasez van de la mano. Y al final, el gran dilema es el mismo de siempre: ¿quién cuida a los que deberían cuidar?