Este lunes amaneció con una noticia que partió el alma en el reparto Antonio Guiteras (Bahía), en Habana del Este. Odalys Bataille, una enfermera de 53 años y madre de dos jóvenes, fue asesinada a puñaladas en su propia casa, frente a sus familiares. Un crimen que huele a feminicidio, como denuncian vecinos y activistas.
La activista Yamilka Lafita (conocida en redes como Lara Crofs) dio la voz de alarma, compartiendo testimonios de quienes vivieron el horror. «Odalys salía temprano de su casa cuando el agresor se le acercó y la atacó con saña», contó. Lo más escalofriante: el presunto homicida, un hombre de unos 60 años apellidado Plana, ya tenía antecedentes por asesinar a su exesposa y a la pareja de ella. ¡Imagínense! Estaba en un pase carcelario y, tras el crimen, se dio a la fuga, aunque algunos dicen que ya está en manos de la policía.
Odalys no era una más en el barrio. Enfermera de profesión, era «queridísima y respetada», como destacó Lafita. Dejó dos hijas, de 23 y 24 años, que ahora lloran una pérdida irreparable. Aunque no se ha confirmado el vínculo entre víctima y victimario, la comunidad no duda: esto es un feminicidio. Y no es cualquier cosa: si el tipo ya había matado a otra mujer, estamos ante un patrón de violencia machista.
¿Y las autoridades? El gobierno cubano no reconoce el feminicidio como delito, aunque hasta ellos han tenido que admitir el aumento de la violencia contra las mujeres. Mientras, colectivos feministas como Alas Tensas y Yo Sí Te Creo en Cuba llevan la cuenta, porque alguien tiene que hacerlo. En lo que va de 2024, ya suman siete feminicidios confirmados y tres casos bajo investigación en Artemisa, Matanzas y Santiago de Cuba.
Lo más indignante: al cierre de esta nota, el asesinato de Odalys no había sido aún verificado por estas plataformas. Pero en las calles, la gente no necesita esperar un papel oficial para saber que esto es otra mujer arrebatada por la violencia.
¿Hasta cuándo, Cuba? Cada vez son más las voces que claman por leyes específicas contra el feminicidio y una protección real para las mujeres. Porque, como dicen por ahí: «Si tocan a una, nos tocan a todas».