Eric Dayan Corcho Aguilar, un cubano de 22 años beneficiario del parole humanitario, tomó una decisión que pocos esperaban: regresar voluntariamente a Cuba. Después de vivir en Denver, Colorado, el joven optó por la autodeportación tras quedarse sin trabajo y sin un camino claro hacia la legalización en EE.UU.
«Mejor volver por mi cuenta que esperar a que me deporten»
Eric llegó a Estados Unidos con esperanzas, pero la realidad lo golpeó fuerte. Cuando se le venció el permiso de trabajo, perdió su empleo y, con él, la posibilidad de mantenerse legalmente. «Tengo miedo de que me detengan en la calle y me lleven a un centro de detención», confesó antes de tomar su decisión.
Este domingo, Eric emprendió su viaje de regreso: primero a Miami y luego a Santa Clara, su ciudad natal. Con lo poco que pudo ahorrar y sus pertenencias empacadas, ahora enfrenta el reto de rehacer su vida en Cuba, un país que dejó buscando mejores oportunidades.
La desinformación: Un enemigo silencioso
El caso de Eric ha destapado un problema grave: la falta de orientación legal que sufren muchos migrantes cubanos en ciudades como Denver. Sin acceso a recursos o asesoría migratoria, miles viven con el miedo constante a la deportación, incluso cuando tienen opciones legales que desconocen.
«¿Por qué nadie me explicó que podía renovar mi permiso?», se pregunta Eric. Su historia es un llamado de atención sobre la urgente necesidad de información clara y accesible para la comunidad migrante.
¿Autodeportación o resistencia?
Mientras algunos critican su decisión, otros la entienden: «Si el sistema te da la espalda, ¿qué más puedes hacer?», comenta un compatriota en redes. Pero la pregunta queda flotando:
¿Vale la pena volver a Cuba por miedo, o hay alternativas que muchos no conocen?
Eric ya tomó su camino. Ahora, su historia sirve para alertar a otros: la información es poder, y en el limbo migratorio, puede marcar la diferencia entre quedarse o tener que volver.