El Ministerio de Educación de Rusia ha dado luz verde para recibir este verano a 20 niños cubanos en el Centro Infantil Internacional Artek, un campamento ubicado en Crimea, territorio que Moscú controla desde 2014 y que ha convertido en una pieza clave de su agenda política.
Según declaraciones oficiales, los pequeños de la Isla podrán sumarse a las actividades recreativas y educativas del centro, que históricamente ha servido como un espacio de influencia rusa para niños de distintos países.
Más allá de un simple campamento
El anuncio se hizo durante una reunión del grupo de trabajo ruso-cubano sobre cooperación en educación y recreación infantil, en la que también se discutieron otros proyectos. Entre ellos, la creación de un libro de texto para enseñar ruso como lengua extranjera a estudiantes de habla hispana en América Latina.
Además, los ministerios de educación de ambos países acordaron un paso más ambicioso: abrir una escuela piloto en Cuba donde el ruso se enseñará como segunda lengua extranjera, marcando así un nuevo capítulo en la creciente influencia de Moscú en la educación cubana.
Verano en Rusia para los mejores estudiantes cubanos
No es la primera vez que Rusia abre sus puertas a estudiantes cubanos en lo que parece una estrategia de acercamiento con la Isla. En diciembre pasado, San Petersburgo anunció que recibiría a niños de Cuba y Vietnam para unas vacaciones de verano, como parte de un plan que refuerza los lazos políticos y culturales entre estos países.
El propio gobernador de San Petersburgo, Alexander Beglov, dio la noticia tras visitar La Habana en noviembre, ordenando a sus equipos preparar todo lo necesario para recibir a los pequeños visitantes.
Curiosamente, en la misma reunión, Beglov mencionó que su ciudad también acoge niños de Mariúpol, ciudad ucraniana que quedó bajo control ruso tras un feroz asedio en el que el Kremlin fue acusado de crímenes de guerra.
Silencio en La Habana, pero movimientos tras bambalinas
Hasta ahora, las autoridades cubanas no han hecho referencia pública a estos programas de intercambio infantil. Sin embargo, poco antes del anuncio de Beglov, una delegación del Centro Artek visitó la Isla y recorrió varias escuelas cubanas con el propósito de promover la participación en el campamento.
“Queremos que más niños de otros países se familiaricen con nuestros métodos educativos”, declaró Konstantin Fedorenko, director del centro, quien destacó que Artek siempre ha sido un espacio de «diplomacia infantil» donde jóvenes de todo el mundo comparten sus tradiciones.
El ruso gana terreno en la educación cubana
El entusiasmo por la enseñanza del ruso en la Isla también quedó reflejado en las palabras de Lidissia, directora de la escuela pedagógica Rubén Bravo Álvarez, en Bayamo.
📢 “En Cuba ya hemos comenzado a enseñar el idioma y la historia de Rusia. Estamos preparando un espacio en nuestra escuela dedicado a la cultura rusa y esperamos recibir maestros y consejeros de allá”, comentó la directiva.
Este tipo de iniciativas no son nuevas. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética usó Artek como una herramienta de propaganda, acogiendo delegaciones extranjeras y organizando eventos como el Festival Internacional de Niños «Que siempre brille el sol» en los años 70.
Ahora, con el régimen de Vladímir Putin impulsando alianzas académicas con universidades cubanas y promoviendo su cultura en la Isla, parece que la historia se repite.
¿Intercambio cultural o influencia política?
Más allá de la retórica de amistad y educación, la participación de niños cubanos en estos programas plantea preguntas. ¿Es realmente un intercambio cultural genuino o es parte de una estrategia más amplia de Rusia para reforzar su presencia en Cuba?
Con el acercamiento entre La Habana y Moscú en plena marcha, este tipo de iniciativas refuerzan la idea de que la influencia rusa en la Isla no solo se mide en acuerdos comerciales y militares, sino también en las aulas y en las mentes de las nuevas generaciones.