Cada día, cientos de inmigrantes, muchos de ellos cubanos con el temido I-220A, llegan a la oficina de ICE en Miramar, en el condado de Broward, con una pregunta rondando sus cabezas: ¿saldré de aquí o me detendrán?
«Estoy con un pie aquí y otro no sé dónde»
Entre los que esperan bajo el sol, la tensión se siente en el aire. Yasel Gutiérrez es uno de ellos. Llegó con su esposa y su hijo, con la esperanza de que todo salga bien, pero con el miedo latente de que su vida pueda cambiar en cuestión de minutos.
«Me siento nervioso porque si algo me pasa, mi familia se queda sin sustento», confesó en declaraciones a Univision.
Su cita estaba programada para las 8:30 de la mañana, pero el tiempo pasaba y nada. Mientras tanto, su esposa, esperando afuera, veía salir patrullas de ICE con detenidos a bordo, aumentando la ansiedad de todos. Finalmente, después de varias horas de angustia, Yasel salió con un respiro de alivio.
«No me preguntaron nada, solo si tenía fecha de corte, y me dieron cita para el próximo año», contó.
No todos corren con la misma suerte, y muchos evitan incluso presentarse. «Todo el mundo está muy asustado, hay quienes prefieren no ir», dice Royma Alarcón, reflejando el miedo que se extiende entre la comunidad migrante.
Solidaridad en las afueras de ICE
Mientras algunos esperan su turno, organizaciones pro-inmigrantes han instalado puntos de apoyo cerca de la oficina. Llevan agua, café y snacks para aquellos que pasan largas horas bajo el sol.
«Vienen de lugares muy lejanos, así que hacemos lo que podemos», explica Yaquelin López, del American Friends Service Committee, sosteniendo un cartel que reza: «El amor no conoce fronteras».
El caso de las cubanas detenidas: ¿deportación en camino?
El miedo de los migrantes se ha intensificado tras la detención de un grupo de cubanas con I-220A el pasado 10 de marzo. Entre ellas están Laura de la Caridad González Sánchez, Yadira Cantallops, Denice Reyes y Beatriz Monteagudo.
Sus familiares están desesperados. Algunas han sido trasladadas de un centro de detención a otro, de Broward a Arizona, y ahora a San Diego, California. El temor de sus seres queridos es que el próximo destino sea un vuelo de deportación.
María Elvira Salazar promete seguir luchando
Ante la incertidumbre, la congresista cubanoamericana María Elvira Salazar salió al paso con un mensaje de apoyo. Asegura que ha conversado con altos funcionarios de ICE y del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) para pedir que no detengan a más cubanos con I-220A y que les permitan defender sus casos de asilo.
«Estoy muy consciente de lo que está pasando y lo estoy investigando a fondo», declaró en un mensaje publicado en X.
Salazar también recordó que, aunque con la Administración Biden no se logró una solución para los cubanos con I-220A, confía en que con la Administración Trump sí se logrará.
«No voy a dejar de luchar hasta que sea necesario. Estoy pidiendo a gritos que les den el ‘Parole in Place'», enfatizó.
El limbo del I-220A: sin deportación, pero sin papeles
El I-220A, o «Orden de Libertad Bajo Palabra», es un documento que permite la liberación de inmigrantes bajo ciertas condiciones, como presentarse a audiencias migratorias y cumplir con la ley.
El problema es que no se considera una admisión oficial a EE.UU., lo que significa que los cubanos con este estatus no pueden acceder a la Ley de Ajuste Cubano para obtener la residencia permanente.
Miles de migrantes se encuentran atrapados en este limbo legal, sin poder avanzar en su proceso, pero con el riesgo constante de ser detenidos en cualquier momento.
Los abogados recomiendan buscar asesoría especializada, cumplir con todas las citas migratorias y no correr riesgos innecesarios. En un escenario tan incierto, cualquier error puede costar caro.
