Este lunes, mientras el sol calentaba las calles de la isla, miles de niños cubanos volvieron a las aulas. Pero no fue un regreso cualquiera. La vuelta al colegio estuvo marcada por un panorama desolador, con apagones interminables y la falta de agua potable en varias provincias. Un escenario que dejó a más de un padre con el corazón en la mano y los nervios de punta.
La indignación se hizo sentir en cada rincón del país. Los padres, con la voz entrecortada, cuestionaron cómo el gobierno puede exigir que los niños asistan a la escuela sin las condiciones mínimas para su bienestar. “¿Cómo mandamos a los chicos a estudiar si no hay pan para la merienda, ni agua para beber, ni luz para alumbrar?”, se preguntaban muchos.
Las redes sociales se convirtieron en el altavoz de esta frustración. Comentarios, fotos y videos inundaron las plataformas, mostrando la cruda realidad que enfrentan las familias. En Matanzas, por ejemplo, una internauta no pudo contener su rabia: “Llevamos más de 50 horas sin luz ni agua, y todavía nos exigen que los niños vayan a la escuela. ¡Esto es un despropósito!”.
En Santiago de Cuba, la situación no era mejor. “Aquí la electricidad se fue a las 5 de la mañana, los niños no tienen ni pan para desayunar, y el agua brilla por su ausencia”, relataba otro usuario. Y en Villa Clara, las críticas apuntaron directamente a las autoridades: “En Caibarién seguimos a oscuras. ¿Cómo pretenden que los niños estudien si no pueden ni dormir por el calor y los mosquitos?”.
La Habana tampoco escapó del caos. Una madre contó que, en su barrio, la falta de luz y agua no solo afecta a los niños, sino también a los maestros. “¿Cómo van a enseñar si no han podido descansar?”, se preguntaba con preocupación.
Ante este panorama, el Ministerio de Educación anunció algunos ajustes. El cronograma escolar se adaptó a las condiciones de cada territorio, y en provincias como Pinar del Río, Artemisa y Mayabeque, las clases se pospusieron hasta el martes. Además, se flexibilizó el uso del uniforme escolar, permitiendo que los estudiantes asistan sin él.
Pero, ¿es esto suficiente? Para muchos padres, la respuesta es un rotundo no. “No se trata de uniformes o horarios, sino de condiciones dignas para nuestros hijos”, expresó una madre desde La Habana.
La educación en Cuba está en una encrucijada. Mientras los niños intentan aprender entre apagones y carencias, las familias claman por soluciones reales. “No queremos parches, queremos un futuro mejor para nuestros hijos”, resumió otro padre desde Santiago.