El gobernante Miguel Díaz-Canel volvió a repetir el guion de siempre: la Revolución “liberó” a la mujer cubana y su papel ha sido clave en la construcción y defensa del país. Así lo aseguró durante un acto en el Palacio de la Revolución, con motivo del Día Internacional de la Mujer, donde se rodeó de representantes femeninas de varias generaciones para exaltar su aporte en distintos sectores de la sociedad.
«Las mujeres han hecho y siguen haciendo grande a nuestra Revolución», dijo con tono solemne, mientras las cámaras recogían cada gesto del evento.
Lo que no se mencionó en el discurso
Más allá del homenaje y la retórica oficialista, hubo silencio absoluto sobre los problemas reales que enfrentan las mujeres en Cuba. Ni una palabra sobre la creciente ola de feminicidios, ni sobre la violencia machista, ni sobre las dificultades extremas que viven las madres cubanas para alimentar a sus hijos o acceder a una atención médica digna.
En 2023, se registraron 110 feminicidios y 378 casos de violencia sexual en el país. A pesar de la gravedad de la situación, el feminicidio no está tipificado como un delito específico en el Código Penal cubano, que entró en vigor en mayo de 2022.
Por su parte, la oficialista Federación de Mujeres Cubanas (FMC) admitió en agosto de 2024 que más de 16,000 mujeres y niñas—de 9,579 familias—viven en situación de violencia en la isla.
Ser mujer en Cuba: una lucha diaria
Además de la violencia de género, las mujeres cubanas también enfrentan la violencia del Estado. Activistas y disidentes son perseguidas, acosadas y en muchos casos encarceladas por expresar sus ideas. Mientras tanto, las madres cubanas viven una odisea diaria para garantizar lo más básico: comida para sus hijos, medicamentos y un futuro con esperanza.
Sin embargo, en los discursos oficiales todo es una «conquista de la Revolución», y cualquier problema que se mencione queda maquillado o, peor aún, silenciado.
En Cuba, ser mujer es un acto de resistencia. Pero eso no se dijo en el Palacio de la Revolución.