El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, anunció este lunes un nuevo proceso de «reordenamiento» del comercio interior en la Isla, con la promesa de mejorar la distribución de productos básicos y hacerle frente a la crisis económica que sigue golpeando a la población.
Durante un balance anual del sector, donde estuvieron presentes el gobernante Miguel Díaz-Canel y funcionarios del Ministerio del Comercio Interior (MINCIN), Marrero reconoció que el sistema actual presenta serios problemas organizativos, así como fallos en la gestión y distribución de bienes esenciales.
Las mismas promesas de siempre
Según un reporte del Canal Caribe, en la reunión se abordaron los constantes incumplimientos y retrasos en la entrega de la canasta familiar normada, un problema que marcó todo el 2024 y que generó frustración en la población.
Productos básicos como arroz, aceite y azúcar siguen llegando con meses de atraso, obligando a los cubanos a recurrir al mercado negro, donde los precios están por las nubes y fuera del alcance de la mayoría. Aunque las autoridades culpan al embargo estadounidense, evitan hablar del impacto que tiene la propia ineficiencia gubernamental en el desastre económico del país.
Crisis estructural y medidas recicladas
Entre las razones que el gobierno esgrime para justificar el caos en el comercio interno, se mencionan la falta de combustible, el deterioro de la infraestructura estatal y el incremento de los costos logísticos. Sin embargo, se omite en el discurso oficial el efecto de la centralización absoluta del mercado, que ha convertido la economía en un sistema dependiente e ineficiente.
Marrero arremetió contra la burocracia y aseguró que es uno de los mayores obstáculos para garantizar el acceso equitativo a alimentos y bienes esenciales. En respuesta, anunció la implementación de nuevos mecanismos de supervisión para combatir el descontrol y el desvío de mercancías al mercado negro.
Regulaciones y controles: ¿funcionarán esta vez?
El gobierno también anunció que se establecerán nuevas regulaciones para el comercio electrónico, un sector donde hasta entidades estatales han incurrido en ventas ilegales y sin licencia. No obstante, los intentos anteriores de controlar estas prácticas han fracasado, ya que la corrupción dentro del propio aparato estatal es una de las principales causas del desabastecimiento y el auge del mercado informal.
Según la ministra del Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, para el 2025 se plantea incentivar la inversión extranjera, impulsar las mipymes estatales y promover la cooperación con actores económicos privados. También se prevé fortalecer los centros municipales de elaboración de alimentos para mejorar la oferta en el mercado nacional.
El fantasma de la Tarea Ordenamiento
Las promesas de «reordenamiento» recuerdan a la desastrosa Tarea Ordenamiento implementada en el 2021, que en vez de mejorar la economía, desató una espiral de inflación y agravó el desabastecimiento. A pesar de ese antecedente, el gobierno insiste en aplicar medidas similares sin asumir su responsabilidad en el caos actual.
Aunque en su momento la Tarea Ordenamiento fue vendida como la solución para sanear la economía y mejorar la eficiencia, en la práctica destruyó el poder adquisitivo de los cubanos, disparó los precios y complicó aún más el acceso a bienes esenciales.
Ahora, con la nueva estrategia de reordenamiento, el gobierno busca regular el sector privado y encontrar nuevas formas de captar divisas, como la reintroducción parcial del dólar en ciertas transacciones. Sin embargo, estas medidas solo han servido para aumentar la brecha entre quienes pueden acceder a moneda extranjera y quienes dependen del devaluado peso cubano.
¿Cambio real o más de lo mismo?
Con cada «nuevo» plan económico, el gobierno cubano sigue apostando por ajustes controlados sin modificar el modelo que ha llevado al país a la crisis actual. Mientras no se permita una mayor apertura económica y se sigan imponiendo regulaciones asfixiantes, la economía cubana seguirá atrapada en un ciclo de escasez, inflación y dependencia del mercado negro.
Las promesas de un «reordenamiento» del comercio pueden sonar esperanzadoras en el papel, pero en la práctica, los cubanos han visto este guion demasiadas veces como para creer que ahora será diferente.