Este sábado 8 de marzo, Mayelín Carrasco Álvarez, una madre cubana de 47 años, recuperó su libertad después de pasar 72 horas detenida por protestar contra el hambre y la miseria en Cuba. Su arresto, ocurrido en la plaza Ángel Fría de Río Cauto (Granma), desató una ola de indignación entre sus vecinos, quienes salieron a las calles para exigir su liberación.
La historia de Mayelín es la de muchas madres cubanas: sin trabajo, con tres hijos a su cargo y viviendo en una casa temporal de tabla y zinc. Su protesta fue simple pero contundente: «Nos quitaron los huevos, la leche, no llega alcohol ni luz brillante por la bodega». Y luego, con voz quebrada, se preguntó: «¿Dónde está la revolución que dejaron Fidel y Raúl? Todo se ha caído».
Sus palabras resonaron en Guamo Viejo, un pequeño poblado de unos 600 habitantes. Los vecinos, conscientes de que Mayelín no había cometido ningún delito, salieron a las calles con carteles y consignas, exigiendo su liberación. La protesta se extendió a Río Cauto, donde decenas de personas se unieron al reclamo.
El régimen no tardó en reaccionar. La primera secretaria del Partido Comunista en Granma llegó al pueblo para intentar calmar los ánimos, pero su discurso sobre «logros revolucionarios» cayó en oídos sordos. Mientras tanto, el Internet fue cortado, una táctica habitual para silenciar las voces disidentes.
Mayelín fue interrogada en Bayamo, donde la Policía política intentó intimidarla. Aunque los activistas de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) querían que ella compartiera su experiencia, su familia lo impidió por miedo a represalias. «No queremos que la vuelvan a meter en prisión», dijeron.
Las condiciones de su liberación aún son un misterio. No se sabe si le impusieron una multa o si enfrentará un juicio por «subvertir el orden constitucional», un cargo que ya pesa sobre Alexander Verdecia Rodríguez, coordinador de la Unpacu en Río Cauto.
Lo que sí está claro es que Mayelín no está sola. Su valentía ha inspirado a una comunidad cansada de la escasez y los apagones. «Ella habló de hechos, no de mentiras», repiten sus vecinos, quienes siguen exigiendo justicia y mejores condiciones de vida.