En el municipio de Baire, Contramaestre, en Santiago de Cuba, los vecinos están indignados. Y no es para menos. Resulta que, en vísperas de un acto político con la presencia del presidente Miguel Díaz-Canel, instalaron una lámpara en una farola de la calle 15 para que todo luciera perfecto durante el evento. Pero, una vez terminado el acto y tomadas las fotos, los mismos funcionarios quitaron la lámpara, dejando al barrio nuevamente a oscuras.
¿Qué pasó?
Todo comenzó cuando los vecinos vieron una escalera apoyada en la farola y a unos operarios retirando la luminaria. “¡Tremenda falta de respeto!”, gritó una vecina mientras grababa la escena. “Nos pusieron una lámpara para que Díaz-Canel viera que estábamos alumbrados, y ahora nos la quitan. ¿Y nuestros niños? ¿Y nosotros? ¿Qué hacemos en la oscuridad?”, reclamó otra.
Según explicó un responsable de la brigada, esta no es la primera vez que ocurre. “Cada vez que hay una actividad del Partido, instalamos la lámpara. Luego la retiramos porque no hay luminarias en el país”, dijo. Y añadió que la farola de Baire no volverá a tener luz hasta que lleguen nuevas luminarias del extranjero, algo que, en las actuales circunstancias de Cuba, parece poco probable.
El acto que lo justificó todo
La lámpara fue instalada para el acto nacional por los 130 años del Grito de Baire, un evento histórico que marcó el reinicio de las guerras por la independencia de Cuba. El acto, organizado por el Partido Comunista de Cuba (PCC), contó con la presencia de Díaz-Canel y Roberto Morales Ojeda, responsable de Organización del PCC. Ambos desfilaron por el pueblo con banderas cubanas, mientras los medios oficialistas como Cubadebate elogiaban el evento como “uno de los capítulos más gloriosos de la historia cubana”.
Pero para los vecinos, la realidad fue muy diferente. “Vinieron, se hicieron la foto, se fueron y se llevaron la lámpara”, resumió un residente.
La doble moral del régimen
Mientras los barrios como Baire siguen sumidos en la oscuridad, el régimen no escatima en gastos para sus actos propagandísticos. Pocos días después de su visita a Baire, Díaz-Canel recorrió Niquero con un despliegue de seguridad impresionante: siete vehículos y un amplio dispositivo de protección. Un contraste evidente con la austeridad que predica su gobierno.
Y no es el único caso. En Calixto García, Holguín, las autoridades llenaron una vaquería de ganado para impresionar al mandatario, a pesar de que el sistema de ordeño no funciona desde hace cuatro años. También limpiaron el hospital y hasta subieron a un grupo de ancianos en una guagua para simular que eran parte de un círculo de abuelos. Todo un teatro que, según los vecinos, desapareció tan pronto como Díaz-Canel se fue.
Un vecino que se atrevió a hablar
En Songo La Maya, un hombre interrumpió el discurso de Díaz-Canel para preguntarle si era consciente de las medidas populistas que se toman antes de sus visitas. “¿Sabe usted lo que hacen aquí para que todo parezca perfecto cuando viene?”, le espetó. Una pregunta incómoda que dejó al descubierto la realidad detrás de las fachadas que el régimen intenta mostrar.