Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la primera secretaria del Partido en Granma, Yudelkis Ortiz Barceló, decidió dar un giro inesperado al caso de Mayelín Carrasco Álvarez, la madre detenida por protestar en Río Cauto. En una publicación en redes sociales, Ortiz Barceló mostró a Mayelín en una foto aparentemente tranquila, sentada junto a ella y otra mujer, con un mensaje que aseguraba que la detenida estaba “muy arrepentida por su manera de actuar”.
La imagen, que parecía sacada de un manual de relaciones públicas, no especificaba el lugar del encuentro, pero dejaba claro el mensaje que el régimen quería transmitir: “Aquí no pasa nada, todo está bajo control”. Sin embargo, la jugada no cayó bien. Activistas y ciudadanos de a pie no tardaron en denunciar la maniobra como un intento más del gobierno por deslegitimar las protestas y silenciar las voces que claman por justicia.
“Cuba es un Estado de Derechos y se necesita más obediencia y respeto a las normas jurídicas”, declaró Ortiz Barceló en su post, mientras acusaba a quienes denuncian el caso de ser “instigadores” que no se preocupan por Mayelín. La funcionaria insistió en que existen “otras vías y métodos” para exigir derechos, sin necesidad de generar “desorden”. Pero, ¿qué pasa cuando esas vías no dan resultados?
En su publicación, Ortiz Barceló describió a Mayelín como una madre “carne de cañón de los odiadores”, asegurando que estaba bien de salud y muy arrepentida. “Sabe que las consecuencias de sus actos afectan a sus seres queridos, especialmente a sus hijos”, dijo, mientras intentaba pintar la imagen de una mujer arrepentida y sumisa. Sin embargo, lo que no mencionó fue el desmayo que Mayelín sufrió durante un interrogatorio en Bayamo, hecho que ha generado preocupación entre sus allegados.
La indignación en redes sociales no se hizo esperar. Muchos usuarios criticaron el cinismo de la publicación, especialmente en una fecha que debería celebrar la lucha de las mujeres por sus derechos. “En Cuba, ser mujer es un delito si decides alzar la voz”, escribió una activista, resumiendo el sentir de muchos.
Mientras el régimen intenta vender la narrativa de una Mayelín “arrepentida”, en Río Cauto la gente no se traga el cuento. Las muestras de solidaridad y las demandas de justicia continúan, convirtiendo a esta madre de tres hijos en un símbolo de resistencia ante la crisis que ahoga a Cuba.
¿Qué hay detrás de esta exhibición pública?
No es la primera vez que el régimen cubano recurre a esta táctica. Presentar a detenidos “arrepentidos” es una práctica habitual, diseñada para amedrentar a la población y desalentar futuras protestas. Casos como el de Sulmira Martínez Pérez, una joven de 21 años que fue obligada a “autoinculparse” en un video televisado, son prueba de ello.
Pero esta vez, la estrategia parece estar fallando. El pueblo cubano está cada vez menos dispuesto a creer en estas puestas en escena. La crisis económica, la escasez de alimentos y la represión constante han llevado a muchos a perder el miedo y a exigir cambios reales.
Mayelín Carrasco: Detenida por protestar, convertida en símbolo
Todo comenzó el 5 de marzo, cuando Mayelín, una madre de tres hijos, decidió alzar su voz en la plaza Ángel Frías de Río Cauto. Su protesta pacífica contra la escasez y la crisis fue respondida con violencia: fue detenida y trasladada a una instalación del MININT en Bayamo. Allí, según denuncias, sufrió un desmayo durante un interrogatorio, lo que ha encendido las alarmas sobre su estado de salud.
Su arresto desató una ola de manifestaciones en Río Cauto, donde vecinos y vecinas salieron a las calles para exigir su liberación. La respuesta del régimen fue un despliegue masivo de fuerzas represivas, incluyendo a los temidos Boinas Negras, pero la gente no se dejó intimidar.
El caso de Mayelín es un reflejo de un patrón recurrente: reprimir, aislar y luego exhibir a los detenidos como “arrepentidos”. Pero en un país donde la crisis no da tregua, estas tácticas ya no surten el mismo efecto.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Hasta cuándo?
Mientras el régimen insiste en su narrativa, el pueblo cubano sigue en pie de lucha, demostrando que el miedo ya no es suficiente para callar sus voces. Mayelín Carrasco no es solo una madre detenida; es un símbolo de la resistencia de un pueblo que, ante la adversidad, ha decidido decir “¡Basta!”.
