Cada vez que llueve fuerte en La Habana, la historia se repite: calles anegadas, viviendas afectadas y personas perdiéndolo todo. El problema no es nuevo ni inesperado. Un sistema de drenaje con más de un siglo de antigüedad, la falta de mantenimiento y la acumulación de basura hacen que la ciudad colapse con cada tormenta.
Las zonas más bajas de la capital son las más afectadas, y el panorama no pinta nada bien. Con el deterioro de la infraestructura, cada lluvia se convierte en un peligro real para miles de habaneros.
Un drenaje de hace más de 100 años para una ciudad sobrepoblada
El sistema de drenaje pluvial de La Habana fue construido entre 1905 y 1915, diseñado para una ciudad de 600.000 habitantes. Hoy, más de dos millones de personas viven en la capital, y el drenaje simplemente no da abasto.
Con el crecimiento urbano, el suelo ha perdido su capacidad de absorber agua, y el sistema de alcantarillado está deteriorado o sobrecargado. Esto hace que, cuando llueve fuerte, las calles se conviertan en ríos y muchas casas terminen inundadas, incluso en zonas donde no debería pasar.
Cero inversión y mantenimiento inexistente
La empresa estatal Aguas de La Habana, encargada del mantenimiento de los drenajes, admite que no tiene los recursos para operar correctamente. La falta de combustible, materiales y equipos ha llevado a un deterioro total del sistema.
La última inversión significativa en el drenaje pluvial fue hace más de 20 años. Desde entonces, el problema solo ha empeorado. Según el ingeniero hidráulico Rafael Díaz Torres, las zonas bajas de la ciudad se ven afectadas no solo por la lluvia que cae directamente sobre ellas, sino también por el agua que baja desde las zonas altas, colapsando un sistema que no ha sido renovado en décadas.
Montañas de basura que bloquean el drenaje
El problema de las inundaciones no es solo por el drenaje obsoleto. La basura acumulada en las calles también juega un papel clave. La Habana produce más de 30.000 metros cúbicos de desechos sólidos diarios, pero las autoridades solo logran recoger el 68%. Esto significa que miles de toneladas de basura quedan en las calles, obstruyendo los tragantes y empeorando las inundaciones.
Los vertederos están desbordados, los camiones de recogida no tienen piezas de repuesto ni combustible, y el personal es insuficiente. La basura sigue acumulándose, y cuando llueve, termina bloqueando aún más el sistema de drenaje.
Un problema sin solución a la vista
Las inundaciones en La Habana no son una sorpresa, sino la consecuencia de décadas de abandono. Sin inversión, sin mantenimiento y sin una gestión eficiente de la basura, cada tormenta seguirá dejando calles anegadas y familias damnificadas. Mientras tanto, los habaneros se preguntan: ¿hasta cuándo seguirán esperando una solución?