Este viernes, la primera secretaria del Partido Comunista en Granma, Yudelkis Ortiz Barceló, se enfrentó a una multitud enojada en Río Cauto, donde los vecinos salieron a las calles para exigir la liberación de Mayelín Carrasco Álvarez, una madre detenida por protestar contra la escasez y el hambre en su comunidad.
En un intento por calmar los ánimos, Ortiz Barceló intentó empatizar con los manifestantes, asegurando que “mis hijos también van a la escuela sin dormir”, refiriéndose a los cortes de electricidad que afectan a toda la provincia. “Donde yo vivo también se va la corriente y por la misma cantidad de horas”, dijo, en un tono que muchos interpretaron como condescendiente.
Pero más allá de sus palabras, lo que quedó claro es que el régimen no está dispuesto a tolerar más protestas. “Por eso no le puedo permitir aquí a nadie que se manifieste ni que hable con los que no conoce”, advirtió la funcionaria, insinuando que las manifestaciones son producto de “incitación” externa.
¿Solidaridad o estrategia?
Ortiz Barceló no solo intentó igualarse con los manifestantes, sino que también justificó su rol en el Partido con un discurso de sacrificio. “Cuando asumimos una responsabilidad de servidores públicos, no fue para vivir de ella, fue a morir por ella”, afirmó, recordando sus orígenes humildes y su vida en una “casita muy modesta”.
Sin embargo, sus palabras contrastan con la realidad de Mayelín Carrasco, quien sigue detenida por ejercer su derecho a la libertad de expresión. Mientras Ortiz hablaba de “protección legal” y mecanismos para presentar quejas, la madre de tres hijos estaba siendo exhibida como un “ejemplo de arrepentimiento” en redes sociales.
“Ella está muy arrepentida por su manera de actuar”, había escrito Ortiz Barceló en un post anterior, acusando a Mayelín de ser manipulada por opositores. Pero para los vecinos de Río Cauto, esta narrativa no tiene sentido. “Mayelín no hizo nada malo, solo pidió lo que todos necesitamos: comida y dignidad”, comentó un manifestante.
El mensaje del régimen: Alzar la voz tiene consecuencias
El caso de Mayelín Carrasco es solo un ejemplo de cómo el régimen cubano maneja el descontento social. Protestar pacíficamente puede llevarte a la cárcel, ser exhibido como un “arrepentido” y, en el mejor de los casos, recibir un discurso sobre sacrificio y resignación.
“En Cuba, el que protesta, pierde”, dijo un usuario en redes sociales, resumiendo el sentir de muchos. Mientras las autoridades hablan de “protección legal”, la realidad es que cualquier muestra de inconformidad es silenciada, a menudo con fuerza y represión.