Este 7 de marzo, la tierra tembló en Cuba. A las 9:09 a.m., un sismo de 2.9 grados de magnitud se dejó sentir en la provincia de Granma, específicamente a 26 km al sureste de Pilón. El evento, registrado a una profundidad de 2.8 kilómetros, fue perceptible en los municipios de Pilón y Bartolomé Masó, según informó Enrique Diego Arango Arias, jefe del Servicio Sismológico Nacional.
¿Qué pasó?
El temblor, con coordenadas de 19.755 grados de latitud norte y -77.078 grados de longitud oeste, no causó daños materiales ni humanos, pero sí revivió la conversación sobre la actividad sísmica en la región. ¡Y no es para menos! Este no es el primer susto que se llevan los cubanos este año. Recordemos que el 25 de febrero, otro sismo de 3.3 grados sacudió la misma zona, a una profundidad de 10 kilómetros.
Pero, ¿por qué tanto movimiento en esta área? Según Arango, la región del Caribe es un polvorín geológico. En un mensaje reciente en su cuenta de Facebook, el experto advirtió sobre la posibilidad de un terremoto de magnitud superior a 7.5, que, en caso de ocurrir, podría generar olas de tsunami que afectarían la costa norte de la región oriental de Cuba. ¡Así como lo oyes!
¿Dónde está el peligro?
Arango señaló que hay que prestar especial atención a las zonas al norte de La Española (Haití y República Dominicana) y Puerto Rico, donde la actividad sísmica es intensa debido a la interacción de placas tectónicas. Estas áreas son conocidas por su falla de subducción de los 19° Norte, un punto caliente donde una placa litosférica se hunde bajo otra, generando movimientos telúricos que pueden ser devastadores.
¿Y qué hay de los tsunamis?
El pasado 8 de febrero, un terremoto de 7.6 grados en el Mar Caribe activó alertas de tsunami en varios países. Aunque las alertas fueron canceladas horas después, el susto fue real. En Cuba, el temblor se sintió desde Cienfuegos hasta Pinar del Río, incluyendo la Isla de la Juventud. Afortunadamente, no hubo alteraciones significativas en el nivel del mar, pero el mensaje de Arango fue claro: «La vigilancia sísmica es clave para la seguridad de la población».
Sin embargo, el experto también ha salido al paso de las especulaciones. «No podemos predecir un gran terremoto a corto plazo sin datos concretos», aclaró. Aunque reconoció que hay zonas con fallas geológicas que acumulan gran energía, insistió en que la prevención y la educación son las mejores herramientas para enfrentar estos fenómenos.
¿Y los daños anteriores?
No podemos olvidar los sismos de 6 y 6.7 grados que sacudieron el sureste de Cuba el 10 de noviembre del año pasado. Aquel evento dejó 10 personas heridas y 3,752 edificaciones dañadas, un recordatorio de que, aunque los sismos en Cuba no son tan frecuentes como en otras regiones, cuando ocurren, pueden ser significativos.