Mientras la realidad de Cuba se hunde en apagones, escasez y una crisis sin freno, el gobierno sigue apostando por su maquinaria propagandística, organizando eventos que intentan vender una imagen de respaldo popular al sistema. Pero, lejos de engañar a la gente, estas estrategias generan más críticas y burlas que apoyo.
El show de Gerardo Hernández en Holguín
En esta línea, el exespía Gerardo Hernández Nordelo compartió en su perfil de Facebook imágenes de un supuesto «barrio debate antimperialista» en el reparto Pedro Díaz Coello, en Holguín. La publicación, en lugar de generar admiración, desató una ola de indignación y sarcasmo en redes sociales.
«¡Dime de qué presumes y te diré de qué careces! Cada día son más odiados por el pueblo, ya ni los que más roban (los dirigentes) aguantan la insostenible situación que han creado», comentó Noel García, reflejando el hartazgo de muchos cubanos.
Otro usuario, Yamel Amador Concepción, señaló la ironía de que en el evento no faltara la electricidad, mientras el resto del país vive a oscuras: «Y tienen electricidad ahí, porque media Cuba está a oscuras o se están alumbrando con los teléfonos.»
Privilegios y manipulación
Las críticas no se quedaron ahí. Andrés Jesús Sánchez Pérez cuestionó cómo el exespía logra moverse con tanta facilidad por el país, cuando el cubano de a pie sufre para conseguir un pasaje en tren o en ómnibus. «Compadre, ¿en qué medio de transporte usted se traslada? ¿En Ómnibus Nacionales, en Ferrocarriles de Cuba, VíaAzul, Transtur o Transgaviota?», escribió con evidente sarcasmo.
Por su parte, Abel Montes fue más directo: «Mira que pierden el tiempo, y hay personas sin cerebro a las que les gusta participar en esa tontería.»
Un circo propagandístico sin soluciones
El gobierno cubano lleva meses organizando estos «barrio debates», disfrazándolos de espacios de discusión popular, pero con un claro enfoque oficialista. Como era de esperar, la narrativa en estos eventos culpa a Estados Unidos y al «bloqueo» de todos los problemas del país, desviando la atención de la mala gestión interna y la corrupción.
Más recientemente, se han visto otras estrategias de este tipo, como la bicicletada antiimperialista y la exigencia de devolver la Base Naval de Guantánamo a Cuba. Sin embargo, estos actos simbólicos no resuelven el hambre ni la falta de medicamentos, y cada vez más cubanos lo saben.
En definitiva, mientras el pueblo lucha día a día con colas interminables, apagones y una inflación asfixiante, el gobierno sigue organizando eventos vacíos, creyendo que con propaganda se puede tapar el sol con un dedo.