La crisis económica en Cuba sigue golpeando con fuerza, y cada día es más común ver a personas pidiendo ayuda en las calles. Sin embargo, en lugar de asumir la responsabilidad y buscar soluciones efectivas, el gobierno prefiere achacarle la culpa al embargo estadounidense y a la situación económica global.
El aumento de la pobreza extrema en la isla es innegable. Miles de cubanos, sin opciones para cubrir sus necesidades básicas, se ven obligados a pedir dinero o alimentos. La realidad es desgarradora: ancianos, personas con discapacidad y hasta familias enteras sobreviviendo gracias a la caridad de otros ciudadanos.
El discurso oficial: criminalizar en lugar de ayudar
Recientemente, el periódico estatal Granma reconoció el incremento de la mendicidad, aunque con el matiz de que muchas de estas personas estarían siendo manipuladas por «individuos inescrupulosos» con fines lucrativos. Según el discurso oficial, más que un problema social, la mendicidad es un fenómeno explotado por terceros.
En lugar de enfrentar las causas profundas de la pobreza, el gobierno amenaza con sanciones legales. De acuerdo con el Código Penal cubano, inducir a un menor a pedir limosna se considera corrupción de menores, castigada con prisión de hasta ocho años. Además, si se considera que alguien está explotando a personas vulnerables para mendigar, se podría aplicar la ley contra la trata de personas, con penas de hasta cadena perpetua.
Un problema que solo empeora
El gobierno anunció en junio de 2024 un plan para retirar a los mendigos de las calles, pero casi un año después, la situación no ha mejorado, sino que ha empeorado. La inflación descontrolada y la falta de productos esenciales siguen empujando a más personas a condiciones de miseria.
Los datos oficiales reflejan la gravedad del problema: en 2023, más de 3,700 personas fueron atendidas en centros de protección social, aunque con recursos insuficientes. De estos, el 30% padecía alguna discapacidad, el 24% sufría trastornos psiquiátricos y el 30% tenía problemas de alcoholismo. Además, el 38% de los casos registrados no tenía un hogar al cual regresar.
El discurso oficial vs. la realidad
A pesar de la evidencia, el gobierno insiste en que el modelo social cubano es inclusivo y protege a los más vulnerables. Pero basta con caminar por cualquier ciudad del país para darse cuenta de que la pobreza extrema ya no es una excepción, sino una realidad cotidiana. Mientras las políticas económicas sigan fallando y el pueblo no tenga acceso a lo básico, el número de personas en situación de calle solo seguirá aumentando.