El periódico Granma ha vuelto a hacer de las suyas con un titular que da ganas de soltar una carcajada irónica: «La mendicidad no es compatible con el proyecto social cubano». Como si la pobreza extrema que se vive en la isla fuera culpa de los propios cubanos y no del desastre económico que el gobierno ha cultivado durante más de seis décadas.
En un giro digno de una novela absurda, ahora el oficialismo quiere que sean los propios familiares quienes se hagan cargo de los mendigos, como si el problema no viniera del mismo sistema que ha convertido al país en un campo de supervivencia.
Cuando el Estado se desentiende
Según el Código de las Familias, cada cubano está legalmente obligado a garantizar la comida, el techo, la salud y hasta la recreación de sus parientes más necesitados. Es decir, si tu tío acaba viviendo en la calle porque su salario estatal no le alcanza ni para un cartón de huevos, la culpa no es del gobierno, sino tuya por no mantenerlo.
Este es, sin duda, un reconocimiento disfrazado del fracaso absoluto del Estado cubano. Durante años han vendido la idea de una «justicia social» que solo existe en los discursos de la Plaza de la Revolución, mientras la gente en la calle depende de remesas y paquetes enviados por sus familiares en el extranjero para poder comer.
El gobierno cubano: el primer mendigo del país
Mientras critican la mendicidad, los que verdaderamente viven pidiendo son ellos. El régimen lleva décadas con la mano extendida, suplicando créditos que nunca paga, aceptando donaciones de la ONU y la Unión Europea y explotando a sus médicos en misiones internacionales para raspar unas divisas.
Y cuando las arcas se vacían (porque administrar bien no es lo suyo), en vez de buscar soluciones, lo que hacen es exprimir aún más al pueblo con nuevos impuestos y aumentos de precios en sus monopolios estatales.
¿Quiénes son los verdaderos responsables?
Si en Cuba hay personas hurgando en la basura para comer, no es por falta de solidaridad familiar, sino porque el régimen ha convertido la isla en un país inviable, donde la gente no tiene forma de prosperar.
Hablan ahora de «apoyo entre familiares», cuando han pasado décadas dividiendo, persiguiendo y empobreciendo a los cubanos. Pero si de verdad quieren encontrar a los culpables de la mendicidad en Cuba, que dejen de mirar a los tíos y sobrinos y fijen la vista en el Palacio de la Revolución y en los generales de GAESA, que son los únicos que nunca han tenido que mendigar ni depender de nadie.