En otro capítulo de su estrategia para culpar a Estados Unidos de todos los males de la isla, el gobierno cubano organizó este martes un «juicio simbólico» en el muelle de La Habana, declarando culpable a Washington por la explosión del vapor La Coubre en 1960.
Con Miguel Díaz-Canel al frente, acompañado por otros dirigentes comunistas, el evento sirvió más como un acto propagandístico que como un ejercicio real de justicia. Mientras el régimen revuelve el pasado, el pueblo cubano sigue sumido en una crisis cada vez más grave, con escasez de alimentos, medicinas y productos de primera necesidad.
Un «proceso judicial» sin impacto real
Según reportó Cubadebate, la escenificación incluyó testimonios de testigos y familiares de las víctimas, quienes reafirmaron la versión oficial de que la explosión del buque fue un sabotaje orquestado por EE.UU. Durante el acto, una joven magistrada calificó el juicio como «histórico y necesario», insistiendo en la responsabilidad de Washington.
No obstante, esta narrativa ya no convence a muchos cubanos, que ven en estos espectáculos un intento de desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la población. El día a día de la gente está marcado por colas interminables, apagones y salarios que no alcanzan para cubrir lo más básico.
Ofrendas florales y discursos vacíos
Antes del inicio del juicio, Díaz-Canel y su comitiva depositaron tres ofrendas florales en la entrada del muelle La Coubre, en homenaje a las víctimas del atentado. Según la versión oficialista, estos hechos fueron clave en la escalada de tensiones entre Cuba y EE.UU., y el acto sirvió para reforzar el discurso antiimperialista del gobierno.
Sin embargo, este tipo de eventos propagandísticos contrastan con la realidad que enfrenta la isla. En lugar de dedicar recursos a resolver la crisis humanitaria que afecta al pueblo, el régimen sigue aferrado a su vieja estrategia de señalar a EE.UU. como el enemigo número uno.
Un socialismo en decadencia
A décadas de la explosión del vapor La Coubre, la narrativa del gobierno sigue anclada en los mismos argumentos de siempre. Mientras tanto, el país se hunde en una crisis económica sin precedentes, con un pueblo cada vez más desencantado y escéptico ante un modelo que ya no ofrece soluciones.
El juicio simbólico de este martes no cambiará la realidad de la isla. El pueblo cubano sigue enfrentando las mismas carencias, la misma represión y la misma falta de libertades. Y, mientras el gobierno sigue culpando a otros de sus fracasos, la esperanza de un cambio real se mantiene en manos de quienes siguen luchando por un futuro diferente.
