En Cuba, el reconocimiento parece estar reservado solo para unos pocos. Mientras algunos deportistas reciben autos como premio a su lealtad al régimen, científicos que han dedicado su vida al país son ignorados. Así lo denunció Elizabeth González Aznar, hija del Dr. Raúl González Hernández, creador del popular suplemento antianémico Trofin, quien lleva años pidiendo ayuda para reparar su viejo automóvil sin éxito.
¿Por qué los deportistas sí y los científicos no?
La polémica surgió luego de que el INDER entregara autos a deportistas fieles al gobierno. Ante esto, Elizabeth González no pudo quedarse callada y expresó su indignación en Facebook. “¿Por qué hay autos para deportistas, pero no para científicos?”, cuestionó en su publicación, señalando la falta de reconocimiento a figuras como su padre.
El Dr. Raúl González Hernández, de 79 años, ha dedicado décadas a la ciencia cubana. Su mayor aporte es el Trofin, un suplemento ampliamente usado en el país por más de 30 años para combatir la anemia en niños, embarazadas y ancianos. Sin embargo, a pesar de su contribución, su realidad es muy diferente a la de los deportistas premiados por el gobierno.
Un auto regalado por Fidel, pero imposible de reparar
En su denuncia, Elizabeth contó que su padre recibió un automóvil Lada en 1970, de manos del propio Fidel Castro, como reconocimiento por sus logros científicos. Sin embargo, con el paso de los años, el vehículo se deterioró y su reparación se volvió una misión imposible.
Durante más de dos décadas, el científico ha enviado cartas al Ministerio de Transporte, a Biocubafarma e incluso al presidente, pero la respuesta siempre ha sido la misma: «El país no cuenta con esa posibilidad.»
El Trofin genera ingresos, pero su creador sigue en el olvido
Lo más irónico de esta historia es que el Trofin no solo ha sido clave para la salud de miles de cubanos, sino también para la economía del país. Se vende en moneda nacional, en dólares y en MLC, además de estar registrado en otros países.
Según Elizabeth, con solo el 1% de las ventas de este medicamento en los últimos 32 años, habría sido suficiente para cubrir la ayuda que su padre ha solicitado sin éxito. Pero en Cuba, parece que la ciencia no es rentable cuando se trata de beneficiar a quienes realmente la hacen posible.
Científicos sin reconocimiento, pero políticos y sus hijos con lujos
La hija del doctor también criticó la enorme desigualdad que existe en la isla. Mientras su padre ni siquiera puede reparar un auto que le regalaron hace más de 50 años, otros disfrutan de privilegios sin haber hecho ningún aporte real al país.
«Menos aún podemos entender cuando vemos muchachos nacidos ayer que, por ser hijos o nietos de líderes de la Revolución, tienen carros de lujo. ¿De dónde?», escribió en su publicación, poniendo el dedo en la llaga sobre el favoritismo dentro del sistema.
Un reclamo ignorado por el gobierno
Elizabeth González ha denunciado la situación de su padre en varias ocasiones, pero hasta ahora no ha obtenido ninguna respuesta favorable. En diciembre pasado, reveló algo aún más indignante: el creador del Trofin se ha visto obligado a mendigar el suplemento que él mismo desarrolló para poder dárselo a sus familiares.
A pesar de la gravedad de su denuncia, Elizabeth asegura que no teme represalias, ya que la indiferencia del gobierno hacia su padre ha sido evidente desde que se jubiló.
«Muchos están preocupados por las consecuencias, censuras, represalias, algún llamado de atención, y esas cosas que sabemos que pasan, pero sinceramente no lo creo», afirmó en su publicación.
Un país que olvida a quienes lo han hecho avanzar
El caso del Dr. Raúl González Hernández no es único, pero deja al descubierto una gran contradicción en Cuba: los recursos aparecen para quienes siguen la línea del gobierno, pero no para quienes realmente han hecho aportes significativos al país.
Mientras tanto, el creador de un medicamento esencial sigue esperando, sin respuestas y con un auto que, como su historia, parece haber sido condenado al olvido.