Un incendio de medianas proporciones se desató este martes, devorando alrededor de 250 hectáreas de potrero en las cercanías del Parque Solar Fotovoltaico (PSFV) del municipio de La Sierpe, en la provincia de Sancti Spíritus. Aunque las imágenes del desastre hablan por sí solas, la cobertura del diario oficialista Escambray pareció restarle importancia a un evento de tal magnitud.
“El parque solar no sufrió daños”, resaltó la fuente, como si ese fuera el punto central de la historia, mientras el impacto ecológico y medioambiental en la zona afectada quedó convenientemente fuera del foco mediático.
El siniestro comenzó en la tarde del 18 de febrero y se propagó rápidamente debido a la intensa sequía que afecta la región, un área mayormente dedicada al pastoreo de ganado. Aunque existían trochas cortafuegos, el fuego avanzó peligrosamente hasta las inmediaciones del parque solar, generando alarma entre los pobladores.
A pesar de la amenaza, las autoridades locales aseguraron que no hubo afectaciones a la infraestructura del parque ni pérdidas de ganado, un alivio parcial ante un escenario que pudo haber sido catastrófico.
La rápida intervención del Cuerpo de Bomberos, trabajadores del parque, directivos del Partido y el Gobierno, la Empresa Arrocera Sur del Jíbaro y vecinos de la zona logró contener las llamas en horas de la noche, según declaró Carlos Gutiérrez Rodríguez, primer secretario del Partido en el territorio. Ahora, las autoridades han abierto una investigación para determinar las causas del incendio.
Este no es un hecho aislado. En diciembre de 2024, otro incendio afectó un parque solar fotovoltaico en construcción en el municipio de Abreus, en Cienfuegos. En esa ocasión, aunque no hubo pérdidas humanas, sí se reportaron daños materiales importantes, pues el fuego alcanzó un lote de paneles solares que estaban listos para su instalación.
La recurrencia de estos incendios en instalaciones estratégicas de energía limpia pone en evidencia la vulnerabilidad del sector y la urgente necesidad de fortalecer las medidas de prevención y respuesta. Mientras tanto, las comunidades cercanas siguen viviendo entre el miedo y la incertidumbre, esperando que el próximo incendio no los tome por sorpresa.
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