Cuando pensabas que lo habías visto todo en la televisión cubana, aparece Lis Cuesta en un programa económico, presentada como «Doctora en Ciencias y experta en Economía de la Cultura». Sí, la misma Lis Cuesta, esposa de Miguel Díaz-Canel, conocida por su amor a los eventos de lujo y sus frases memorables en Twitter.
Pero, ¿realmente nos dijo algo nuevo o solo fue otro intento de maquillar la realidad?
Cultura y economía: muchas palabras, pocos datos
Lis Cuesta fue una de las invitadas en el programa oficialista Cuadrando la Caja, donde compartió pantalla con Fernando León Jacomino (viceministro de Cultura) y Michel Torres Corona (presentador de Con Filo). Lo curioso es que ninguno de ellos es economista ni empresario en el sector cultural, pero eso no impidió que intentaran hablar sobre el impacto de la cultura en la economía cubana.
El gran problema es que su discurso estuvo lleno de afirmaciones sin respaldo. No ofrecieron cifras, ejemplos concretos, ni explicaciones claras. No dijeron cuáles son las empresas culturales que más aportan, ni cuánto dinero invierte el Estado en el sector. Básicamente, los televidentes tuvieron que creerles porque sí.
La cultura como imán para el turismo: ¿realidad o espejismo?
Uno de los puntos fuertes del discurso de Cuesta fue la idea de que los eventos culturales atraen turistas y generan ingresos. Según ella, Cuba ha dejado de ser solo «sol y playa» para convertirse en un destino de turismo cultural.
En teoría, suena bonito. En la práctica, el panorama es otro: los artistas llevan años denunciando la falta de pagos, la censura y la falta de financiamiento. Mientras Cuesta hablaba de la importancia de la cultura, evitó mencionar los innumerables casos de creadores que han sido marginados o que han tenido que emigrar para poder vivir de su arte.
Eventos de lujo en medio de la crisis
Otro punto polémico fue su defensa de los eventos de alto nivel organizados por el gobierno. Aseguró que son parte de la identidad nacional y que no pueden cancelarse. Lo curioso es que mencionó festividades como las Parrandas de Remedios o la Jornada Cucalambeana, que nunca han sido objeto de críticas en redes sociales.
Lo que sí han generado rechazo son eventos como Le Dîner en Blanc o los exclusivos festivales de música y gastronomía en los cayos, dirigidos a un público de élite. Mientras unos disfrutan cenas de cientos de dólares, el cubano de a pie sigue lidiando con la escasez y la inflación. Pero de eso, Cuesta prefirió no hablar.
Una economía cultural en crisis
Mientras la televisión cubana intenta vendernos la idea de una economía cultural pujante, la realidad es otra. Los artistas y trabajadores del sector enfrentan censura, impagos y una falta total de oportunidades. El Estado sigue controlándolo todo, sin ofrecer soluciones reales.
Lis Cuesta nos habló de un modelo donde la cultura es el motor de la economía, pero lo cierto es que muchos cubanos ni siquiera pueden permitirse pagar una entrada al teatro. Y así, entre discursos optimistas y una realidad que golpea, la economía de la cultura en Cuba sigue atrapada en un callejón sin salida.