Lis Cuesta Peraza, esposa del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, ha dado mucho de qué hablar en los últimos meses. A pesar de que rechaza el título de «primera dama», su figura pública ha estado bajo el escrutinio constante de los cubanos, y su reciente transformación física no ha pasado desapercibida. La holguinera ha perdido varios kilogramos, un cambio que ha generado toda clase de comentarios, aunque, según muchos, su cuestionado gusto al vestir sigue intacto.
La segunda esposa del líder designado por Raúl Castro para sucederle ha comenzado a mostrar un cuello definido y algo de cintura, algo que no se había visto desde sus primeras apariciones públicas junto a Díaz-Canel en viajes internacionales. Este cambio, por supuesto, no ha escapado al ojo crítico de las redes sociales.
El activista cubano Edmundo Dantes fue quien avivó la polémica al compartir en Facebook un antes y después del notable cambio físico de Cuesta Peraza. Como era de esperar, las reacciones no se hicieron esperar, y los internautas, con ese sarcasmo tan criollo, comenzaron a especular sobre el origen de los recursos que habría utilizado para financiar esta «renovación».
La dentadura perfecta: una pregunta que no se puede morder
Uno de los aspectos más comentados ha sido la evidente mejora en su dentadura, lo que ha hecho saltar las alarmas entre los cubanos. La sospecha de que se hayan utilizado fondos estatales para financiar procedimientos odontológicos y otros retoques estéticos ha dado pie a comentarios como “La finca da para eso” y “Se arregló los dientes”. Esta percepción de privilegios exclusivos, en un contexto de escasez generalizada, no hace más que alimentar el descontento popular.
Bajar de peso en Cuba: un lujo o una necesidad?
También ha habido ironía respecto a la pérdida de peso de Cuesta Peraza. En un país donde la mayoría de la población enfrenta dificultades para conseguir alimentos, la transformación de la esposa del mandatario ha sido vista, más que como un logro personal, como una muestra del abismo entre el pueblo y la elite gubernamental. Frases como “Que la falta de arroz no hace nada, decían” o “Bajó de peso porque se le echó a perder la comida por los apagones” reflejan el malestar cotidiano de los cubanos.
El estilo: lo que el dinero no puede cambiar
Aunque la figura de Lis Cuesta ha cambiado, su sentido de la moda parece haberse quedado en el mismo lugar. Las redes sociales no han tenido piedad, y comentarios como “Moraleja: hay cosas que no tienen solución” o “Antes parecía una papa y ahora parece un viejo travesti” dejan claro que, para muchos, su imagen pública sigue siendo motivo de burlas, sin importar cuántos kilogramos haya perdido.
El humor cubano, siempre presente
El cubano, experto en reírse de sus desgracias, ha hecho de este cambio físico un festín de memes y chistes. Desde comparaciones con personajes de ficción hasta insinuaciones de que esta transformación es parte de una estrategia para asegurar su futuro en caso de una eventual caída del régimen, el ingenio popular ha estado en plena forma.