Hace poco, Italia donó semillas a Cuba con el objetivo de «recuperar» las plantaciones afectadas por el huracán Oscar en Guantánamo. Este gesto, en colaboración con el Ministerio de Agricultura cubano y el Instituto de Investigaciones Agro-Forestales (Inaf), pretende restaurar las tierras dañadas y ayudar a las comunidades agrícolas. Suena bonito, ¿no? Pero, ¿es realmente una solución o solo otro parche a un problema mucho más grande?
Porque seamos honestos, el agro cubano lleva años en crisis, y esta donación solo vuelve a poner sobre la mesa una realidad incómoda: Cuba depende de ayudas externas para alimentar a su gente. A pesar de tener tierras fértiles y una historia agrícola impresionante, la isla importa entre el 70% y el 80% de los alimentos que consume. ¿Cómo es posible?
Un campo abandonado: entre malas políticas y crisis constantes
El problema de la agricultura cubana no es solo el paso de un huracán. Es un cóctel explosivo de malas decisiones, falta de inversión y una estructura que no motiva a los productores. La productividad es baja porque no hay tecnología, los campesinos tienen pocos incentivos y las tierras están cada vez más deterioradas. Incluso organismos internacionales han señalado que el modelo agrícola cubano necesita un cambio radical.
Si miramos la historia, el país ha intentado varias fórmulas: la «Ofensiva Revolucionaria» de 1968, la «Rectificación de Errores» de 1986 y otras tantas estrategias que, lejos de solucionar el problema, han desmotivado a los campesinos y reducido la producción. En otras palabras, el gobierno ha ido de un extremo a otro sin encontrar un punto medio que funcione.
Huracanes, sanciones y… ¿mano de obra perdida?
Por si fuera poco, los desastres naturales como el huracán Rafael terminan de complicar la situación. Estos eventos destruyen cosechas, retrasan siembras y agravan la crisis alimentaria. Y como si no fuera suficiente, las sanciones económicas y la falta de insumos agrícolas hacen que el campo cubano esté prácticamente paralizado.
Pero hay otro detalle que muchas veces se pasa por alto: la falta de jóvenes en el campo. Durante años, los campesinos soñaron con que sus hijos fueran médicos, ingenieros o cualquier cosa menos agricultores. El resultado: las nuevas generaciones no quieren trabajar la tierra, y la emigración ha hecho el resto. Cada vez hay menos manos para sembrar y cosechar, y eso es un problema enorme.
¿Es suficiente una donación?
Está claro que la donación de semillas desde Italia es un gesto positivo, pero no es la solución. El problema de la agricultura en Cuba es estructural y necesita reformas profundas. Sin cambios reales en el sistema, la isla seguirá dependiendo de ayudas extranjeras para algo tan básico como la comida.
Entonces, la pregunta es: ¿Cuándo llegará el momento de dejar de sobrevivir con donaciones y empezar a reconstruir de verdad la agricultura cubana?