¡Asere, esto es pa’ llorar o pa’ reír! En Palmira, Cienfuegos, el techo de la Oficina de Trámites de la Vivienda dijo «yo me rajo» y se vino abajo como un dominó borracho. Por suerte, el edificio estaba vacío, así que nadie salió herido… excepto el orgullo del gobierno, que sigue sin explicar cómo una oficina encargada de solucionar viviendas parece un set de película de zombis.
Facebook en llamas: «¿Y ahora dónde tramito el derrumbe de mi casa?»
La usuaria Yaiset Rodríguez le prendió candela a las redes con una foto que vale más que mil quejas: el techo, hecho trizas, con tejas y concreto regados como si hubiera pasado un ciclón de ineptitud. «¿Ironía? ¡Esto es el colmo! La isla se cae a pedazos, y los de arriba siguen tan panchos», escribió. Y no falta razón: si hasta las oficinas del Estado se desmoronan, ¿qué queda pa’ las casas del pueblo?
La cifra que duele (y no es un golpe de corriente):
- 65% de las viviendas en Cuba están «en buen estado» (o sea, el 35% son un peligro con techo).
- 800,000 casas faltan, y ni La Habana, Holguín, Santiago ni Camagüey se salvan.
- Los planes de construcción van más lento que cola de almendra: en 2024, solo cumplieron el 39% de lo prometido. ¡Y en cuatro años, bajaron un 64%!
El gobierno responde: «¿Casas de barro? ¡Innovación vintage!»
Para «solucionar» el peo, las autoridades prometen una nueva Ley de Vivienda, pero mientras tanto, su idea estrella es construir casas de barro. Sí, como en el siglo XIX. La gente no sabe si reírse o llorar: «¿Ahora viviremos en chozas con WiFi? ¿O será pa’ ahorrar en ventiladores?».
Moraleja criolla:
Si hasta la Oficina de Vivienda se cae, el cubano de a pie tiene dos opciones:
- Rezar pa’ que su techo aguante.
- Hacerse amigo de un albañil… o de un brujo.
Y mientras, el gobierno sigue con su lema: «Socialismo o techo… pero sin techo.