En un reciente recorrido por la Empresa Agroindustrial de Granos de Los Palacios, en Pinar del Río, el vicepresidente cubano Salvador Valdés Mesa hizo una declaración que resonó fuerte entre los ciudadanos: “Con un salario de 6,000 pesos no se vive”. El dirigente abordó la crítica situación económica que afecta a la población, especialmente el bajo poder adquisitivo de los salarios y pensiones frente al alto costo de la vida.
Valdés Mesa no se anduvo con rodeos al admitir: “Nuestros jubilados tienen pensiones medias de 1,525 pesos. Con eso no se vive; con un salario medio de 5,000 pesos no se vive, ni de 6,000 pesos… No se vive según están los precios hoy día”. Sin embargo, aunque reconoció el problema, no ofreció soluciones concretas ni asumió responsabilidad gubernamental por la crisis económica que atraviesa el país.
El salario mínimo y la inflación descontrolada
Desde enero de 2021, cuando entró en vigor la “Tarea Ordenamiento” impulsada por el gobierno de Miguel Díaz-Canel, el salario mínimo en Cuba ronda los 2,100 pesos. Esta reforma monetaria, implementada en un contexto de baja productividad y dependencia de las importaciones para productos básicos, desató una inflación descontrolada.
Los precios de los alimentos y otros productos de primera necesidad se dispararon, mientras que los salarios apenas experimentaron aumentos mínimos. Hoy, cientos de miles de trabajadores ven con desesperación cómo sus ingresos en moneda nacional no alcanzan para cubrir las necesidades más básicas.
La voz de los cubanos: Impotencia y empobrecimiento
Para muchos cubanos, la situación es insostenible. “No se puede vivir así”, es una frase que se repite en boca de trabajadores, jubilados y familias enteras que luchan por sobrevivir en medio de la crisis. La brecha entre los salarios y los precios de los productos básicos ha llevado a una sensación generalizada de impotencia y empobrecimiento diario.
Mientras el gobierno reconoce la gravedad del problema, las soluciones brillan por su ausencia. La falta de medidas efectivas para reactivar la economía y controlar la inflación ha dejado a la población en un limbo de incertidumbre.
Reflexión final
La declaración de Valdés Mesa es un reflejo de una realidad que los cubanos viven a diario: los salarios no alcanzan. Aunque el reconocimiento del problema es un primer paso, la falta de acciones concretas deja a muchos preguntándose cuándo llegará el alivio.
Como dicen en Cuba, “del dicho al hecho hay mucho trecho”, y en este caso, el trecho parece cada vez más largo. Mientras tanto, la población sigue buscando formas de sobrevivir en un contexto donde “vivir” se ha convertido en un lujo.