En plena crisis energética más severa de la historia de Cuba, el presidente Miguel Díaz-Canel visitó el municipio de Najasa, en Camagüey, para «interesarse» por las afectaciones que sufre la población. Sin embargo, lo que parecía una visita de apoyo se convirtió en otro capítulo de promesas vacías y propaganda gubernamental. Rodeado de escoltas, autoridades y periodistas, el mandatario intentó tranquilizar a los vecinos, pero sus palabras dejaron más dudas que soluciones.
«Los apagones en estos días duros, ¿no? ¿Cuántas horas están de apagón? ¿20? 20 es mucho. Pero ahora ya va a empezar a mejorar…», dijo Díaz-Canel frente a las cámaras de TV Camagüey. Aseguró que la situación mejoraría con la entrada en funcionamiento de plantas generadoras como la CTE Antonio Guiteras y la CTE Lidio Ramón Pérez (Felton). Sin embargo, en el mismo día de su visita, siete unidades termoeléctricas estaban fuera de servicio, y el sistema eléctrico nacional (SEN) enfrentaba un déficit de 1,436 MW.
¿Promesas o más de lo mismo?
El gobernante también mencionó la incorporación de parques fotovoltaicos como parte de la solución a la crisis. «El día 21 de febrero vamos a tener los dos primeros parques fotovoltaicos que se van a incorporar…», declaró, aunque sin dar detalles concretos. Prometió que para finales de año habría más de 1,000 megawatts generados por energía solar, pero la población, agotada por apagones de hasta 20 horas diarias, parece haber perdido la fe en las promesas oficiales.
Mientras tanto, la realidad contrasta con el discurso. ¿Cómo es posible que el gobierno gaste en desplazamientos y propaganda mientras los cubanos sufren apagones extremos? La cúpula privilegiada, que no padece la crisis energética, sigue moviéndose en vehículos climatizados y reuniones en salones refrigerados, mientras el pueblo enfrenta la pobreza y el deterioro de los servicios públicos.
Najasa: Un municipio que pasó de la prosperidad a la decadencia
Najasa no siempre fue sinónimo de miseria. Antes de 1959, este municipio formaba parte de Camagüey y su economía se basaba en la ganadería y la producción azucarera. El Central Najasa era una fuente de empleo para miles de trabajadores y la región contaba con una infraestructura desarrollada. Sin embargo, con la estatización de la industria azucarera tras la revolución, la economía local colapsó. En 2002, el central azucarero fue cerrado y demolido, dejando a la población sin empleo y sumiendo a la región en el subdesarrollo.
«El pueblo se ve muy ordenado, muy bonito, muy limpio», comentó Díaz-Canel durante su visita, mientras saludaba a un pionero y preguntaba por la escuela. Sin embargo, sus palabras sonaron a desgana y desconexión con la realidad. Prometió arreglar calles y aceras, pero los najasenses, como muchos cubanos, han escuchado estas promesas antes y saben que rara vez se cumplen.
Reflexión final: ¿Cuándo llegarán las soluciones reales?
Las visitas de Díaz-Canel a los municipios se han convertido en espectáculos de propaganda que poco aportan a la solución de los problemas. En Najasa, como en el resto de Cuba, la población sigue esperando mejoras que nunca llegan. ¿Cuánto más tendrán que aguantar los cubanos antes de ver cambios reales? Mientras tanto, el régimen sigue ofreciendo promesas recicladas que no resuelven la crisis energética ni las carencias básicas.